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Expertos advierten que tuberculosis no ha disminuido en Chile y piden atención en migrantes de países con baja vacunación
El pasado 24 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Tuberculosis, una patología que año a año suma nuevos enfermos en nuestro país. Según los últimos reportes, se estima que Chile tiene una incidencia cercana a los 3.000 casos nuevos por año.
Viernes 24 de marzo de 2017
Pese a que atrás quedaron los años en que algunos hospitales públicos de nuestro país fueron “sanatorios de tuberculosos” como el Sótero del Río en sus inicios, o el recinto de San José de Maipo, por mencionar algunos, la enfermedad aún sigue presente en el país.
De acuerdo al último reporte de la Organización Mundial de la Salud (2016), se estima una incidencia cercana a los 3.000 casos nuevos en Chile ó 16 por 100.000 habitantes, considerando una población de 18 millones. En el mismo estudio se habla de que las notificaciones de Tuberculosis (TB) en Chile para el 2015 fueron de 2.657.
La enfermedad -que es causada por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis) que se trasmite persona a persona a través del aire, por ejemplo, al toser o estornudar- es una de las 10 principales causas de mortalidad en el mundo. En 2015, 10,4 millones de personas enfermaron de TB y 1,8 millones murieron. Además, más del 95% de los fallecimientos se produjeron en países de ingresos bajos y medianos.
Si bien Chile constituye un país de baja prevalencia de la tuberculosis gracias a que en las últimas décadas se ha experimentado una importante reducción de las tasas de mortalidad y morbilidad, si no es diagnosticada a tiempo, tiene el potencial de producir daño progresivo en distintos órganos, llevando incluso a la muerte.
Al respecto, el experto en salud pública y director de la carrera de Medicina de la Universidad San Sebastián (USS), Víctor Zárate, hace un análisis no auspicioso de lo que actualmente ocurre en el país con la enfermedad, ya que si bien reconoce los indicadores favorables que tiene Chile respecto a sus pares y vecinos, “lamentablemente la velocidad de disminución de la tasa de incidencia (aparición de casos nuevos) ha caído drásticamente y se requiere replantear la forma en que se están organizando las acciones tendientes a prevenir, diagnosticar y tratar a la población afectada por esta enfermedad”.
En ese sentido destaca que cada año hay nuevos casos de enfermos de tuberculosis, algo que se explica por “pesquisas tardías en los niveles secundarios y terciarios (recintos asistenciales), cuando idealmente debiese estar en la atención primaria (consultorios)”, además, existen fallas en el seguimiento de los enfermos y en el manejo de los contactos, todos hecho que atentan al progreso del país en alcanzar las metas fijadas a nivel ministerial”.
Concuerda con esta mirada la experta en epidemiología y ex directora del Instituto de Salud Pública (ISP), María Teresa Valenzuela. Precisa que, efectivamente en la TB “se ha ido estancando la disminución de la incidencia. Es más, me centraría en la mortalidad. ¿Por qué se nos mueren pacientes? Esa es la principal preocupación y donde deberían hacerse todos los esfuerzos por parte del programa de control de la tuberculosis, donde los pacientes sean diagnosticados lo más precozmente posible, porque si las muertes realmente están estancadas o en aumento, es porque se está haciendo un diagnóstico muy tardío”.
Destaca la también vicedecana de investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes, que el programa de vacunación contra la tuberculosis en Chile “ha sido muy exitoso, cubre todo el país, es un bien público y por lo tanto, debiera preocuparnos el por qué está estancada o con pequeño aumento las cifras de mortalidad, las cuales están así más o menos desde 2013-2014”.
Agrega la doctora Valenzuela que el programa también se tiene que hacer cargo de los migrantes que están llegando al país, "ya que estos problemas son de salud pública e implican que sino abarcamos determinadas poblaciones que están generando transmisión de la enfermedad en nuestra propia población, a todos nos puede afectar”.
Precisa la experta que “lo relevante es que haya una buena identificación de los migrantes donde estén localizados físicamente ya que muchos proviene de países donde la mortalidad es alta o la incidencia de la tuberculosis es alta, como Bolivia, Perú o Haití. Y de eso hay que hacerse cargo porque igualmente transmiten la enfermedad al resto de los contactos”.
En esta misma línea, el doctor Zárate sostiene que “existe un efecto que debe ser estudiado en detalle, ya que descriptivamente las mayores tasas de incidencia y mortalidad se encuentran en las regiones fronterizas del extremo norte del país, lo que se suma a un aumento progresivo de porcentaje total de casos de tuberculosis (en todas sus formas) en la categoría de extranjeros, del total de grupos de riesgo identificados por el Minsal. Los grupos de riesgos en general son responsable de casi un 40% del total de casos”.
Síntomas a los que hay poner atención
En los casos que la infección por tuberculosis produce enfermedad (tuberculosis no latente, aproximadamente un 10% de los infectados), por lo general los síntomas o signos más frecuentes se encuentran en el sistema respiratorio, incluyendo: tos intensa de duración de 3 semanas o más, tos con sangre o esputo (secreción nasal) y dolor torácico.
Otras manifestaciones más genéricas de la enfermedad son debilidad o cansancio permanente, pérdida de apetito - peso y escalofríos o fiebre nocturna.
Hay que estar alerta en aquellos casos en los cuales es más frecuente que se presente tuberculosis, como individuos que hayan estado en contacto con otras personas con diagnóstico confirmado de la enfermedad o aquellos pacientes que por razones intrínsecas o extrínsecas poseen un sistema inmune debilitado.
¿Cómo protegerse?
El avance de la medicina, primero con antibióticos puros y luego combinados, fueron extendiéndose junto al uso de la vacuna. El inoculante es un derivado del
bacilo de Calmette y Guérin (vacuna BCG) y existe desde hace casi 100 años y “es una de las vacunas actuales más ampliamente utilizada”, recalca Zárate.
Se ha documentado el efecto protector en niños de la vacuna BCG contra la meningitis tuberculosa y la tuberculosis diseminada. Sin embargo, no evita la infección primaria o la reactivación de la infección pulmonar latente, la principal fuente de propagación del bacilo en la comunidad.
No obstante, hasta que se disponga de una vacuna mejorada, la lucha contra la propagación de la tuberculosis deberá basarse en el uso óptimo de los instrumentos disponibles. La cobertura si bien es cierto que en los últimos años ha disminuido bajo 95% en Chile, se ha mantenido sobre el 90%.