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Déficit de médicos ascenderá a más de 8 mil profesionales al 2050
La brecha de especialistas es particularmente más grave en las zonas extremas del país, donde en comparación con los países OCDE Chile está por debajo del promedio. Al respecto, surge una pregunta insoslayable: ¿cuánto más se podría avanzar mediante una mejor eficiencia en el uso del recurso humano, entregando progresivamente más responsabilidades asistenciales a profesionales de otras áreas de la salud como matronería, enfermería y tecnología médica?
Viernes 17 de octubre de 2014
En el país hay un médico por cada mil habitantes según el informe de la OCDE 2013, lejos de las recomendaciones internacionales, donde la tasa es de tres doctores por cada mil. Sin embargo, tras este número se esconde una profunda inequidad regional en su distribución. Los profesionales se concentran en las principales ciudades y cuesta que un facultativo con experiencia se traslade a Tocopilla, Lota o Quellón.
Este déficit absoluto ha llevado a que el 56% de los médicos trabaje solo en el sector privado, atraído por por mejores rentas o condiciones laborales. Esto obliga a que muchas de las prestaciones requeridas por los 13 millones de beneficiarios de Fonasa sean otorgadas a través de la Libre Elección, o utilizando convenios del seguro público con instituciones, o mediante derivaciones con cargo al presupuesto de los propios servicios de salud.
Se estima que la brecha de médicos especialistas asciende a 1.400 médicos, pero éste déficit está subvalorado. Se debe asumir que existen otros determinantes fundamentales para el aumento de la demanda que agraven aún más el problema, tales como: El crecimiento económico, con una elasticidad de 0,75. Esto es, por cada punto de crecimiento en el PIB, se requiere un aumento de 0,75% en el cuociente de médicos/población. El otro factor es el envejecimiento y la aparición de nuevas tecnologías. Estas variables hacen suponer que la brecha de médicos asciende a 8 mil profesionales.
Las especialidades más deficitarias en la red de salud son: medicina interna, anestesistas, cirujanos, pediatras, radiólogos, psiquiatras y geriatras. Pero incluso su distribución es muy asimétrica a nivel país. Por ejemplo, mientras en Chile existen 1,6 médicos internistas por cada 10 mil habitantes, según estimación realizada sobre la base del Registro de Prestadores Individuales de la Superintendencia de Salud, en la Araucanía hay uno y en Biobío y Maule, la tasa es menor y alcanza a 0,70 y 0,59 respectivamente.
Posibles respuestas al problema
Las universidades que imparten la carrera de medicina pasaron de 12 a 28 en 10 años. Se estima que el número de egresados de medicina aumentó de 738 en el 2001 a 1.551 anuales en 2012 (Mineduc), pese a ello se necesitan más profesionales en esta área, por la inequidad de su distribución.
El debate hasta ahora se ha centrado en la falta de incentivos. ¿Cuáles? Mejorar las remuneraciones en el sistema público; disponer de hospitales modernos con equipamiento donde puedan desarrollar la práctica clínica; ampliar los programas de especialización y de perfeccionamiento y realizar una adecuada planificación junto con el Ministerio de Salud de los planes de formación, tomando en cuenta los cambios demográficos de la población.
Sin embargo, el sólo aumento de las rentas en el sector público no garantiza que haya cambios en la distribución de los médicos privado/público.
Las posibles respuestas más bien deberían apuntar a:
- Aumentar considerablemente la oferta de formación de médicos en el país
- Revisar las políticas de restricción a médicos graduados en el extranjero.
- Entregar progresivamente más responsabilidades asistenciales a profesionales de Matronería, Enfermería, Tecnología Médica, Kinesioterapia, Química y Farmacia, tales como monitoreo de tratamiento de enfermedades crónicas, dispensación de fármacos, tele radiología, manejo de ventilación mecánica, sub-dirección de Seguridad y Calidad.
- Mantener y aumentar los cupos de formación de especialistas con financiamiento estatal, con un compromiso irreductible de destino de trabajo en las áreas con la peor cobertura.
- Analizar la oferta de formación de los campos clínicos, entregando los cupos de especialistas no “por universidad”, sino sobre la base de las necesidades de la ciudadanía.
- Llegar a acuerdos con las sociedades de especialistas para disminuir la resistencia a formar nuevos profesionales en las áreas más deficitarias.
En los últimos años se aplicaron una serie de medidas para mejorar el acceso de médicos en el mediano y largo plazo. En el período 2010-2014 se formaron más de 4 mil médicos y el actual gobierno ha comprometido otros cuatro mil para el período. Bien encaminado, pero insuficiente. En la misma línea, la Ley que entregó incentivos para los especialistas que se desempeñan en urgencias es un paso que debe acrecentarse. Queda por ver si el artículo de esta normativa que permite a los médicos que han sido liberados de turno sean efectivamente mejor distribuidos por los Servicios de Salud.
Se estima que existen en el país 1.025 médicos que podrían suscribirse a este beneficio. Esto permitirá contratar especialistas en los hospitales donde más se necesitan, dando una atención oportuna.
¿Cuánto del déficit es falta de eficiencia?
La información es hoy día bastante completa para el subsector hospitales públicos. Sólo el 20% de los hospitales funciona a capacidad completa, y los dos indicadores que demuestran un amplio espacio para mejoría son la reducción de la estadía promedio y el mejor uso de pabellones quirúrgicos.
Respecto al mejor uso del recurso cama hospitalaria, para una dotación país de 26.000 camas públicas, una reducción de la estadía promedio de un día se traduce en un aumento de disponibilidad de aproximadamente 500 camas, incluso ajustado por complejidad o severidad del cuadro clínico. Las medidas para lograr este impacto están en curso: medición de la eficiencia del uso de los hospitales mediante la implantación de un sistema de información de Grupos Relacionados a Diagnóstico, potenciar el rol de una administración centralizada de camas, admitir a los pacientes quirúrgicos solo la tarde anterior a la cirugía y dar de alta a centros de menos complejidad o de larga estadía a pacientes que constituyen casos sociales, tienen residencia muy alejada del hospital o una estructura de cuidado familiar que permite un régimen de hospitalización domiciliaria.
Respecto al mejor uso de los pabellones quirúrgicos, que hoy no alcanza al 50% en los centros públicos, la estrategia para terminar con la lista de espera AUGE, consistente en lo esencial en contratar horas adicionales a médicos o sociedades médicas para extender horario, demostró que la eficiencia del uso de este recuso puede aumentar en más de un 20%. Ello requiere esencialmente o presupuesto adicional para hacer tales convenios, o mejor, flexibilizar la jornada de trabajo médico de manera que haya para los contratos de 22 horas la posibilidad de servidos en la mañana o en la tarde. El ejemplo del Instituto Traumatológico de Santiago resulta un ejemplo del impacto de esta medida.