Según un sondeo de IPSUSS, más de un tercio de las encuestadas (37,5%) ha decidido esperar hasta después de los 35 años de edad para tener su primer hijo. A veces la decisión se explica porque la mujer desea progresar primero en su carrera profesional, sin distraer energías con las responsabilidades de la maternidad. O bien porque prefiere esperar hasta que su relación de pareja se consolide, para evitar quedarse sola con aquel hijo en caso de separación. El punto es que ese retraso en embarazarse la acerca peligrosamente a un umbral en su estado biológico donde el tiempo corre en contra de la salud del niño.