Automedicarse e infecciones intrahospitalarias potenciarían la aparición de las “superbacterias”

La Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó al mundo científico de la importancia de encontrar prontamente cura a 12 familias de las bacterias más peligrosas del mundo. Al respecto, el académico de la Facultad de Ciencia de la U. San Sebastián, Claudio Figueroa, explica cuán preparado está Chile para enfrentar esta realidad, considerando la cultura de comparar remedios sin la adecuada supervisión médica y la realidad sanitaria del país.

Viernes 3 de marzo de 2017

Automedicarse e infecciones intrahospitalarias potenciarían la aparición de las “superbacterias”
escrito por Oscar G. Galaz

Automedicarse parece una mala costumbre ya instalada entre los chilenos. Si a eso agregamos la compra de medicamentos en ferias libres o sin receta médica en algunas farmacias, el panorama se vuelve menos auspicio.

Esto, considerando que al ingerir remedios sin la supervisión adecuada, nuestro organismo los asimila cada vez en forma más natural, rompiendo así el propósito para el cual fue creado: aliviar un malestar o atacar una infección y con ello, hacer más resistente las bacterias a los. Eso pasa, por ejemplo, con la tan recurrente amoxicilina.

Lo mismo pasa en centros hospitalarios, dónde no seguir los protocolos de higiene y seguridad al pie de la letra, lleva a infecciones intrahospitalarias, las cuales de tanto tratar con antibióticos, se hacen inmunes.

A raíz de esto y considerando que en Chile y el mundo esta realidad es cada vez más frecuente, hace unos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la primera lista de "patógenos prioritarios" resistentes a los antibióticos, en la que se incluyen las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana, las llamadas “superbacterias”.

La lista elaborada por la OMS se divide en tres categorías dependiendo de la urgencia en que se necesitan los nuevos antibióticos: prioridad crítica, alta o media.

Para el primer caso, incluye las bacterias multirresistentes que son especialmente peligrosas en hospitales, residencias de ancianos y entre los pacientes que necesitan ser atendidos con dispositivos como ventiladores y catéteres intravenosos. Son bacterias que pueden provocar infecciones graves y a menudo letales, como infecciones de la corriente sanguínea y neumonías.

Los niveles segundo y tercero de la lista contienen otras bacterias que exhiben una farmacorresistencia creciente y provocan enfermedades comunes como la gonorrea o intoxicaciones alimentarias por salmonela.  

¿Cómo hacer frente a esta nueva realidad y qué son en realidad estas “superbacterias”?

Según el académico de la Facultad de Ciencia de la Universidad San Sebastián (USS), Claudio Figueroa, las resistencias  a los antibióticos son producidas por genes, los cuales “pueden ser compartidos entre distintas bacterias. Esto hace que al no controlar eficientemente las bacterias que poseen las resistencias, estas capacidades se pueden transmitir a otras bacterias. La consecuencia más probable es que patologías bacterianas que ahora son tratadas fácilmente con antibióticos no puedan ser controladas fácilmente, lo que podría implicar un aumento de las secuelas de estas infecciones en la población, lo que desembocaría en un aumento en el gasto de salud del país”.

Consultado sobre la importancia de contar cuanto antes un antibiótico u otro remedio para enfrentar estas superbacterias, el doctor en ciencias biológicas asegura que el tema es que “a pesar que en el mercado hay una gran cantidad de marcas de antibióticos, estos son derivaciones de un fármaco básico, lo que hace en la práctica que sólo tengamos no más de 5 blancos terapéuticos contra las bacterias, las cuales han generado una serie de mecanismos de resistencia”. 

Asegura que el problema es que las bacterias mencionadas en el informe de la OMS “son capaces de generar patologías sistémicas muy serias, en especial cuando el contagio es producido en condiciones intrahospitalarias. Al no poseer de un método rápido de control de la infección bacteriana, estas pueden dejar graves secuelas e incluso provocar la muerte”.

¿Está Chile preparado?

Respecto a cómo está Chile preparado para este nuevo escenario de superbacterias, Figueroa puntualiza que hay que analizar esta realidad en 3 dimensiones: la del capital humano, infraestructura de salud, y capacidad de producir y desarrollar nuevos fármacos a nivel nacional.

“Respecto al capital humano, la aparición de nuevas patologías exige que los profesionales de la salud tengan una preparación acorde. La formación entregada a los profesionales en Chile les podría permitir adaptarse rápidamente a situaciones de este calibre. El mayor problema a mi parecer es en el aspecto infraestructura hospitalaria pública y más grave aún la del desarrollo de nuevas terapias”, indica.

Es más. El docente de la USS destaca que es de conocimiento público que el sistema de salud “no da abasto en la actualidad, la aparición de estos patógenos podría colocar en jaque la infraestructura de forma actual. Y en el caso de la capacidad de desarrollo y producción de fármacos que Chile posee es bajísima, lo que nos transforma en un país muy dependiente de la importación de estos medicamentos. En caso de la aparición de problemas de carácter más local tendríamos serios problemas al momento de generar una solución a nuestra población. Lamentablemente instalar este tipo de capacidades se necesita una gran inversión y planificación a largo plazo, algo que en Chile en donde aún estamos reduciendo las brechas en nuestra sociedad se ve lejano”.

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