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Hepatitis A: ¿Por qué vacunar a los lactantes?
La idea propuesta por la autoridad, de inmunizar a los niños de 18 meses, buscaría generar una red de protección más larga a partir de la primera infancia y ahí hacer la transferencia en materia de inmunidad al resto de la población.
Jueves 20 de julio de 2017
En Chile, la Hepatitis A es una enfermedad que se presenta en forma esporádica o estacional, pero cada cuatro o cinco años provoca brotes epidémicos y el objetivo es prevenir más contagios. Por eso, el Ministerio de Salud está evaluando implementar una vacunación nacional a niños de 18 meses durante el próximo año.
La medida responde al control de los brotes de esta enfermedad principalmente por contagios a través de heces, aguas y alimentos contaminados con el virus, además de la transmisión por contacto sexual.
Entre enero y marzo pasado se detectó un fuerte aumento de casos en la región Metropolitana principalmente por contacto sexual y lo mismo sucedió en años anteriores en el Norte Grande y en la región del Bío Bío, pero por consumir alimentos y aguas contaminadas.
En Santiago se contabilizaron 253 casos de Hepatitis A durante los primeros tres meses de este año, frente a los 40 contagios del mismo período de 2016.
Álvaro Álvarez, doctor en farmacología y académico de Bioquímica de la Facultad de Ciencia de la Universidad San Sebastián señala que la razón de esta inmunización “es que se ha visto que el 90% de los niños se infectan con hepatitis y cerca del 80% de los casos son asintomáticos”.
El docente indica que los niños “son el principal vector para transmitir la enfermedad en los adultos”, donde esta patología causa más estragos.
Por eso, el foco de protección está puesto en la población de entre 20 y 40 años porque son los más expuestos a la enfermedad.
Además, precisa que desde el año 2014 que se está aplicando esta vacuna a los niños de 18 meses, principalmente en las regiones de Arica-Parinacota, Tarapacá y en algunos sectores de la región del Bío Bío, pero ahora será una estrategia nacional.
La Hepatitis A, no causa mayores complicaciones en los menores, pero sí a jóvenes y adultos ya que pueden sufrir una insuficiencia hepática aguda y en algunos casos terminar con un trasplante de hígado.
“La protección efectiva para los niños se alcanza al mes de haber suministrado la vacuna, al desarrollar los anticuerpos necesarios para defenderse de la enfermedad y así prevenir su contagio en los adultos”, sostiene el académico.
La idea es generar una red de protección más larga a partir de la primera infancia y ahí hacer la transferencia en materia de inmunidad al resto de la población.
El docente explica que “el período más crítico para el contagio son los primeros 15 días a un mes que demora la incubación del virus, y luego la patología se desarrolla durante dos o tres semanas, antes de llegar al período de convalecencia del paciente”.
Por eso, en el caso de los niños, es clave su inmunización porque al presentar una condición asintomática, pueden transmitir fácilmente el virus a quienes están en su entorno.
Cuando se manifiesta la enfermedad en los adultos, aparecen síntomas como dolor en la boca del estómago producto de la inflamación del hígado, además de ictericia (tono amarillento de la piel y mucosas) fiebre, vómitos, pérdida de apetito y diarrea.
Lo más grave, dice Álvaro Álvarez, es que “mucha gente no sabe que está enferma hasta que se expresa claramente la patología semanas después y en el caso de los adultos mayores la situación es muy peligrosa porque pueden tener una insuficiencia hepática que causar en su muerte”.
El académico de la USS enfatiza que “el hígado es fundamental en el metabolismo corporal y con la Hepatitis se producen problemas no sólo con el procesamiento de los lípidos y carbohidratos, sino también con la urea, que es uno de los desechos del metabolismo de las proteínas. Ésta no se va por la orina y se convierte en amonio, lo que es tóxico para el organismo, ocasionando una insuficiencia hepática aguda, además potenciales daños neurológicos, por cambios en el PH de la sangre”.
Álvarez recalca que la vacunación y las conductas de higiene personal son fundamentales para prevenir esta enfermedad, principalmente a través de un correcto lavado de manos para la manipulación de alimentos y la eliminación adecuada de heces y aguas servidas a través del sistema de alcantarillado.