Mi fiel amigo, el estetoscopio

Todos los años cientos de estudiantes de medicina que están por entrar a su segundo o tercer año tienen que comprar por primera vez un estetoscopio, elemento médico con el que todos identificamos a estos profesionales de la salud. Andrés Zuñiga, alumno asociado de IPSUSS, está en quinto año de medicina en la Universidad San Sebastián y recuerda cómo fue su experiencia.

Domingo 15 de febrero de 2015

Mi fiel amigo, el estetoscopio
escrito por Bastián Garcés

Todos los años miles de jóvenes ingresan a estudiar medicina en las diferentes universidades que imparten la carrera en el país. Es el primer paso de varios en el que depositarán sus sueños para dar lo mejor de sí y ser buenos profesionales de la salud, contribuyendo a construir una mejor sociedad.

Uno o dos años después volverán a dar otro paso importante: la unión inseparable con su estetoscopio, su mejor amigo durante los años que les quedan como alumnos y las décadas en las que ejercerán como médicos profesionales. Este elemento es indispensable para sus clases de semiología, ramo que se imparte entre segundo y tercer año, donde aprenderán a realizar este tipo de procedimiento y utilizarán por primera vez este instrumento.

El estetos... ¿qué?

El estetoscopio es vital para los médicos y otros profesionales de la salud, y para los que no forman parte de ese mundo puede parecer, a veces, un trabalenguas pronunciarlo. Proveniente de los vocablos griegos stéthos (pecho) y skopé (examinar). También llamado fonendoscopio, ha sido utilizado en la medicina por más de 200 años.

Cumple un rol fundamental en los exámenes de salud ya que permite, gracias a su sistema acústico, realizar auscultación, proceso que consiste en escuchar ruidos cardíacos, respiratorios, intestinales o soplos provocados por flujos anómalos en venas y arterias.

El procedimiento se hacía desde antes de la invención de este aparato, cuando los médicos escuchaban directamente los sonidos al pegar su oído al cuerpo del paciente, y se cree que fue inventado por el médico francés René Laënnec en 1816, debido a la vergüenza y timidez que sentían los profesionales y pacientes al momento de realizar la auscultación directamente sobre el cuerpo.

El invento generó una revolución en la forma de realizar este tipo de exámenes, aunque cayó en desuso entre 1850 y 1930 por ser considerado poco confiable y se reservó sólo para la obstetricia. Volvió a la gloria y majestad con pequeñas modificaciones pero con el mismo principio básico: proporcionar a los médicos los medios para llevar a cabo la auscultación y así reconocer las anomalías antes mencionadas.

El recuerdo

Andrés Zuñiga está en quinto año de medicina en la Universidad San Sebastián. Él, al igual que varios médicos y estudiantes, ya vivió el proceso de comprar un estetoscopio. Recuerda que esperaba con ansias a que llegará el tercer año, y pese a que durante los dos primeros había usado la bata blanca en distintas circunstancias, cuenta que no se sentía tan estudiante de medicina como cuando llegó el momento de comprar su primer estetoscopio. "Sentí que el camino que había emprendido iba en serio, me sentía completo, es como cuando piensas en el arquitecto con su escuadra, en el ingeniero con su casco, o en el abogado con su código civil", relata el alumno.

El estudiante de medicina es constantemente consultado por familiares, amigos y vecinos para orientarlos por alguna situación médica. "No falta la tía que te llama porque se pegó en un pie y es obvio que recién empezando la carrera no es mucho lo que podemos aportar, más que derivarlo al médico", comenta el joven.

Pero para él todo fue distinto con su primer estetoscopio. "Cuando lo tuve la situación cambió, ya que con dos años de conocimiento adquirí competencias que todos los estudiantes de medicina y otros del área de la salud deberíamos poner a disposición de los demás", explica Andrés.

"Al parecer el estudiante de medicina lo es las 24 horas del día, y yo ingenuamente pensaba que esta situación sólo le ocurría a médicos titulados, cosa que no me molesta para nada", agrega.

Las primeras experiencias

Andrés cuenta que su hermana le pide de vez en cuando que chequee los pulmones de su hija. "Si bien no se lo he dicho, se lo agradezco porque cada vez que lo hago adquiero más práctica y experiencia", dice el estudiante, y añade que cada vez que puede le dice a sus compañeros de clases que hagan lo mismo porque así pueden aprender cosas que la universidad no les enseña y que sólo se adquieren con la práctica.

El alumno reconoce que con estas experiencias se ha ido dando cuenta, de a poco, que el estetoscopio es y será el instrumento con el que siempre va a contar. "No importa el lugar, el momento ni la situación. Sin duda es y seguirá siendo un gran compañero, un amigo fiel", concluye con una sonrisa en su cara.

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