Reducción y modernización parlamentaria

El Congreso Nacional requiere urgente una reducción de parlamentarios que se debe insertar en un proceso mayor de modernización institucional. En esta doble tarea, probablemente, se juega el prestigio futuro de esta importante institución de la democracia chilena.

Viernes 1 de marzo de 2019

Reducción y modernización parlamentaria
escrito por

Monserrat Risco, investigadora de CEUSS

En abril de 2014, se anunció el proyecto de ley que buscaba aumentar los diputados de 120 a 155, y los senadores de 38 a 50, mediante la eliminación del sistema binominal y una nueva distribución de los distritos parlamentarios. Si bien, el gobierno de Bachelet indicó que esto no iba a implicar un mayor gasto para las arcas fiscales, se ha visto todo lo contrario. Los montos oscilan anualmente entre los 290 millones de pesos, por un diputado, y 380 millones de pesos, por un senador, considerando el gasto por asignaciones, personal, viáticos, asesorías externas y difusión.

Por otra parte, el aumento de los escaños ha significado el desprestigio –aún mayor– de la institución y sus representantes. Hay diputados que, electos por arrastre, intervinieron apenas una vez en todo el 2018, mientras que otros reclaman que el hemiciclo no es su lugar de interés para exponer sus ideas. Cabe preguntarse, entonces, ¿debemos mantener este aumento de parlamentarios?

Con miras a un Congreso Nacional respetable y serio, es claro que el aumento de diputados no ha dado resultado, como consigna el resumen de la actividad parlamentaria 2018. Del mismo modo, el redistritaje tampoco ha sido fructífero: lo que se espera de un parlamentario es que represente en la Cámara a la población que lo eligió, sin embargo, los megadistritos que tenemos hoy dificultan una representación real y da paso a nuevos vicios, como el arrastre. 

El sistema actual sólo ha favorecido que muchos individuos alcancen un escaño con una mínima votación. Son 31 los diputados electos con menos del 5% y algunos incluso con menos del 1% de los votos. Esto atenta contra uno de los objetivos de la Cámara Baja, la cual es la representación ciudadana, eslogan al que –además– recurren varios de sus miembros.

El aumento de parlamentarios es a todas luces injustificado, en un momento en que el país necesita urgencia en tantos otros proyectos de carácter social: fortalecimiento de la educación fiscal, mejoramiento de los servicios relativos a niñez y adultos mayores, ampliación de la cobertura en diferentes enfermedades, entre muchas otras que se pueden nombrar. 

Es por esto que es importante seguir de cerca el proyecto de ley que será enviado en marzo por el gobierno de Sebastián Piñera, que reducirá los diputados a 120 y los senadores a 40. Si bien de acuerdo a lo anunciado, la iniciativa únicamente estipula la reducción de escaños, es necesario repensar la distribución distrital, la dieta parlamentaria, las demás asignaciones y la fiscalización de la actividad de los representantes. 

El Congreso Nacional requiere urgente una reducción de parlamentarios que se debe insertar en un proceso mayor de modernización institucional. En esta doble tarea, probablemente, se juega el prestigio futuro de esta importante institución de la democracia chilena.

 

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