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La mala gestión de la basura y la necesidad de un sistema de contingencia ambiental
Como consecuencia de esta mala gestión se ha generado un terreno saturado de basura, que a lo largo de estos años de clandestinidad y luego de legalidad, han convertido el terreno precordillerano en una masa inestable con gases altamente tóxicos e inflamables bajo las primeras capas de basura
Miércoles 20 de enero de 2016
Un relleno sanitario, vertedero o basurero es un lugar destinado al depósito de la basura producida por todos nosotros, y que puede ser clandestino o legal. En ese sentido, el incendio del vertedero Santa Marta, que ha resonado durante las últimas horas en los medios de comunicación, pone en evidencia la historia detrás de este basurero.
A pesar de ser un vertedero autorizado, no es la primera vez que éste presenta problemas. Hace algunos años, Santa Marta era un relleno sanitario clandestino; hoy ya no lo es, pero no cumple con la normativa de un vertedero autorizado. Adicionalmente, ha quedado de manifiesto que quienes están a cargo de su gestión y fiscalización, no han implementado protocolos y/o planes dirigidos al manejo de emergencias de tanta envergadura como el incendio en curso. En definitiva, se carece de sistemas de contingencia adecuados para llevar a cabo esta actividad industrial de alto riesgo, como es la gestión de la basura.
Como consecuencia de esta mala gestión se ha generado un terreno saturado de basura, que a lo largo de estos años de clandestinidad y luego de legalidad, han convertido el terreno precordillerano en una masa inestable con gases altamente tóxicos e inflamables bajo las primeras capas de basura.
Eso fue lo que ocurrió el viernes pasado, día en que la inestabilidad del terreno provocó el derrumbe y movimiento de masas de tierra y basura; quedando expuesta al aire y al calor una mezcla tóxica de gases que comenzaron a reaccionar simultáneamente, originando el incendio y la subsecuente nube de humo. Metano, gases de hidrógeno, gases de síntesis y prácticamente la mitad de la tabla periódica reaccionaron químicamente para formar sustancias más tóxicas y también altamente reactivas.
Lo anterior implica un manejo cuidadoso de este tipo de contingencias ambientales. En especial la metodología usada para la extinción del incendio. El método más adecuado será aquel que permita controlar la extensión y, a la vez, reducir los efectos provocados por el humo tóxico sobre las personas.
Por lo mismo aquellas opiniones sobre la inocuidad de este humo, no son consistentes con ningún argumento científico. La población expuesta se enfrenta a una mezcla de material particulado, dioxinas, furanos, ozono, monóxido de carbono, dióxido de azufre, oxido de nitrógeno muchos otros compuestos; todas son sustancias tóxicas y la mezcla de ellas también lo es.
Efectos a corto plazo los han manifestado muchas personas; tos, picazón de mucosas, irritación ocular, vómitos, nauseas y mareos entre otros. En las futuras jornadas es de esperar que estos síntomas sigan perjudicando a quienes están expuestos directamente. Efectos a largo plazo debieran ser monitoreados en la población; especialmente en aquellos grupos más expuestos, y en el grupo de personas vulnerables: embarazadas, niños, ancianos y asmáticos entre otros.
Finalmente es relevante mencionar que las condiciones del ambiente que vivimos hoy, no son comparables con aquellas vividas en un día de emergencia ambiental en periodo de invierno; estamos en presencia de la quema de material altamente tóxico, de la combustión de basura que nosotros producimos. Luego de esta contingencia sería relevante planificar y avanzar en temas de gestión de desechos como sociedad civil. No obstante, es fundamental reflexionar sobre cuánta basura producimos y como nos responsabilizamos de la correcta eliminación de ésta.