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Alimentación y cáncer, cuidado con lo que comemos
El cáncer es una de las principales causas de muerte en los países occidentales. Entre los factores que contribuyen a la aparición de esta enfermedad, la dieta tiene un papel fundamental.
Jueves 3 de noviembre de 2016
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de un 30% de las muertes por cáncer son debidas a cinco factores de riesgo conductuales y dietéticos: índice de masa corporal elevado, ingesta reducida de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y consumo de alcohol.
Ya en 1984, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI) estableció que un 35% de los tumores malignos tienen origen o están relacionados con factores alimentarios, comparándose así con el riesgo de cáncer que produce el tabaco. De esta forma la alimentación es uno de los factores de riesgo tumoral más importantes dentro de los factores ambientales y prevenibles.
Priscila Candia, directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad San Sebastián, explica que “dentro de los factores de riesgos modificables asociados a la aparición de algunos cánceres como el de mama, gástrico y colorectal, se encuentran los relacionados con la alimentación o nutrición, la dieta hipercalórica y el consumo de grasas saturadas de origen animal, harinas refinadas, grandes cantidades de azúcar, conservadores y aditivos es predisponente para el desarrollo de cáncer, al igual que el escaso consumo de verduras, fruta fresca, pescado y vitaminas A, C y D, constituye una dieta de riesgo”.
El NCI estima que un cambio en la dieta puede reducir la incidencia global de cáncer en un 30 a 40%, lo que equivale a entre 3 y 4 millones de casos en el mundo. Por su parte, la académica de la USS detalla que los riesgos, asociados a la obesidad y vida sedentaria, “establecen unos de los principales componentes relacionados con el incremento en la incidencia de esta enfermedad. Y así, las personas vegetarianas y con hábito de vida de reducción del consumo de grasas saturadas demuestran más protección frente al cáncer”.
Recomendaciones nutricionales en la prevención del cáncer
Priscila Candia indica que es relevante hacer ajustes en los hábitos alimentarios en relación a una dieta con alimentos en cantidad moderada, balanceada y equilibrada, y para ello entrega las siguientes recomendaciones nutricionales:
- Reducir la ingesta total de grasas. Las dietas altas en grasa se relacionan con una mayor incidencia de esta enfermedad porque entre otras cosas, incrementan la síntesis de estrógenos. Las grasas saturadas se encuentran principalmente en: cortes grasosos de carne molida, salchichas, carnes procesadas como la salchicha ahumada, chorizo, vienesas y aves con piel. También se encuentran en la leche con alto contenido de grasas así como en productos lácteos como quesos y crema preparados con leche entera, mantequilla y helado sin olvidar la manteca de cerdo, aceites de coco y de palma los que se encuentran en muchos alimentos procesados.
- Evitar los alimentos fritos. Ciertos alimentos ricos en almidón, procesados a altas temperaturas (más de 120 ºC), como papas fritas o asadas, galletas y pan, generan Acrilamida cuya formación es creciente a medida que aumenta la temperatura. La acrilamida es considerada un agente tóxico para la reproducción, con propiedades tanto mutagénicas como carcinogénicas, está clasificada como un pro-cancerígeno en humanos.
- Reducir el elevado consumo de carnes rojas y evitar las carnes procesadas, productos ahumados y cocinadas a fuego directo. Las carnes rojas tienen un elevado contenido de ácidos grasos saturados, que se ha demostrado favorecen el desarrollo de células cancerosas, sustituirlo por leguminosas, soya, por carnes blancas, evitando la piel de las aves. Es aconsejable preferir el pescado, que es rico en ácidos grasos omega 3, que inhiben o retrasan el crecimiento de la célula cancerosa.
- Comer verduras y frutas. Es importante comer todo tipo de frutas y verduras, estas contienen antioxidantes capaces de neutralizar los radicales libres involucrados en el desarrollo de alteraciones celulares que son el inicio del cáncer. Es importante comer verduras de todos los colores, para estar seguros de tomar una variedad de bioflavonoides y antocianidinas, antioxidantes vegetales que además potencian la acción de las vitaminas y oligoelementos antioxidantes.
- Incrementar el consumo de fibra. Un consumo elevado de fibra a partir de la ingesta de frutas, verduras, panes y cereales integrales y legumbres (porotos, lentejas garbanzos, arvejas) resulta beneficioso para reducir el riesgo de cáncer de mama, estas atrapan y arrastran los estrógenos que han terminado su vida útil y deben eliminarse por vía hepática/intestinal.
- Disminuir el consumo de azúcares refinado. Estudios de casos, controles y poblacionales han planteado que existe relación entre el índice glicémico de los alimentos y el desarrollo de algunos cánceres, especialmente gástrico, colónico y del recto. Por lo que se recomienda, disminuir el consumo de tortas, pasteles, helados y bebidas azucaradas.
- Eliminar el consumo de alcohol. El alcohol es un componente de la dieta para el que existe una relación evidente con aumento del riesgo de cáncer de mama. El aumento del riesgo se demuestra en pacientes premenopáusicas que consumen más de 15 gramos de alcohol al día y el riesgo se incrementa en las mujeres que consumen más de esa cantidad.
- La evidencia de que los alimentos contaminados con aflatoxinas son una causa de cáncer de hígado es convincente. Maíz, arroz y maní son los alimentos más comúnmente infestados por estas toxinas fúngicas (dan un color verde en el alimento) que han tenido un mal manejo post cosecha. La contaminación es más extendida en países con climas húmedos y calientes.