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Cómo vivir con una persona con Alzheimer y no enfermar en el intento
Esta enfermedad afecta a más de 170.000 personas en el país, pasando de ser la causa número 29 de muerte en 1990, a la quinta en 2010, entre quienes la padece, según cifras del Ministerio de Salud.
Martes 23 de mayo de 2017
Considerando que el porcentaje de adultos mayores crece cada vez más en nuestro país, esto por el aumento de la expectativa de vida y la disminución de la tasa de natalidad; resulta evidente que en un futuro próximo se incrementará el número de personas que necesiten algún tipo de ayuda y, por consecuencia, el número de cuidadores.
De acuerdo con el Terapeuta Ocupacional, Andrés López, profesor asistente de la Universidad San Sebastián, “el familiar/cuidador es el ‘segundo paciente’ el cual también debe manifestar sus complicaciones o necesidades para evitar es estrés y sobrecarga asociado al rol de cuidador; relacionado a altos niveles de depresión y ansiedad”.
Y es que las demencias, como el Alzheimer, son enfermedades crónicas y degenerativas “las cuales cursan con alteraciones cognitivas -de memoria más otras funciones cognitivas- y conductuales, con deterioro en el desempeño social y la funcionalidad en las actividades de la vida diaria, básicas o instrumentales”, detalla el terapeuta.
De esta forma, dentro del tratamiento de personas con enfermedad de Alzheimer están las líneas de abordaje farmacológicas y las no farmacológicas. López explica que “en las intervenciones no farmacológicas son abordadas tanto la persona con demencia, su cuidador/familiar y el ambiente/entorno principal. Estos tres componentes son importantes si queremos impactar en la salud y calidad de vida de la persona con demencia, su familia y cuidador principal”.
Información, la principal herramienta del cuidador/familiar
Una de las grandes dificultades de las Demencias es su evolución crónica y degenerativa, lo cual genera un aumento progresivo en la carga de los cuidados que las personas necesitan. Así, es importante que los familiares/cuidadores de una persona con demencia conozcan y se informen de la enfermedad, “esto es síntomas, evolución, tratamiento y complicaciones, y de igual forma alternativas de manejo y rehabilitación/estimulación tanto en el hogar como en centros de salud”, recomienda Andrés López.
El terapeuta ocupacional enfatiza que dentro del manejo cotidiano “el familiar/cuidador deberá estimular física, mental y socialmente a la persona con demencia por el mayor tiempo posible, establecer una rutina diaria y entregar la asistencia necesaria (desde solo supervisar, guiar o asistir físicamente) favoreciendo el mayor grado de independencia en las actividades de la vida diaria de la persona con demencia, según etapa de la enfermedad”.
Y es que el familiar/cuidador es el responsable tanto del cuidado como de la rehabilitación/estimulación de la persona con demencia, “y el ambiente/entorno es un elemento favorecedor o entorpecedor del desempeño tanto para la persona con demencia como para que el cuidador realice su función”, dice el experto.
A través de los cuidados diarios en el hogar se puede establecer una rutina de estimulación cognitiva y funcional de la persona con demencia, según etapa de la enfermedad. Como entendido en adultos mayores con enfermedades como el Alzheimer, Andrés López explica que “la evidencia sugiere: acompañar a la persona al establecimiento de una rutina y supervisar el desempeño en las actividades de la vida diaria, simplificar las actividades (dar indicaciones verbales, dividir en pasos, realizar actividades sentados, dar tiempo necesario) y permitir que continúe participando por el mayor tiempo posible. Lo antes mencionado se debe realizar en conjunto con un abordaje del ambiente/entorno; por ejemplo, utilizar carteles y etiquetas para reconocer espacios, utilizar elementos de orientación (reloj, calendarios)”.
Los segundos pacientes
Las personas con demencia durante el transcurso de la enfermedad tendrán dificultades progresivas para ir respondiendo a los estímulos ambientales, es así como cambios abruptos en la rutina, exceso o falta de estímulos, ya sean visuales o auditivos, cambios físicos y sociales, o demandas que exceden a la habilidad, no podrán ser procesados por el enfermo.
En opinión del terapeuta ocupacional “un entorno mal estructurado puede ser una fuente desencadénate de estrés y un potencial generador de sintomatología o trastornos conductuales-psicológicos, como ansiedad, agitación o agresión, ira, gritos y alteración del sueño, entre otros; lo que dificulta aún más los cuidados de una persona con demencia”.
En una situación así, un enfoque ambiental debe ser parte del abordaje no farmacológico en una persona con demencia, y el profesional de la salud más capacitado para esto es un Terapeuta Ocupacional. El cuál evaluará tanto a la persona con demencia, el cuidador y el ambiente/entorno, con lo cual podrá intervenir uno o más de los componentes. “Dentro de los factores a abordar en el ambiente las investigaciones mencionan: reducción del desorden, uso de colores contrastantes y señalizaciones en los espacios, ambientes relajantes y estimulantes, espacios intra o extra domicilio para caminar y realizar actividad física, entre otras alternativas”, concluye el académico de la USS.