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De la levadura a la vacuna contra la Hepatitis B
Pablo Valenzuela, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas, dictó charla inaugural del doctorado de Medicina en Biología Celular y Biomedicina de la U. San Sebastián. Ocasión en la que explicó cómo la curiosidad y la oportunidad se concatenan para impactar la vida de las personas.
Miércoles 3 de abril de 2019
“Normalmente los científicos no son buenos para captar las oportunidades y desarrollar aplicaciones, y los que aplican son deficientes en entender los mecanismos básicos que van a permitir que ésta funcione”.
Con esas palabras, uno de los creadores de la vacuna contra la Hepatitis B y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas (2002), Pablo Valenzuela Valdés, dio inicio a su clase magistral en la U. San Sebastián.
De modo cercano, ameno y simple, el bioquímico, doctorado en Química de la Universidad Northwestern y Postdoctorado de la Universidad de California, Estados Unidos, enfatizó cómo la curiosidad y la oportunidad se enlazan para impactar en el desarrollo de la ciencia, el mercado y la sociedad.
Valenzuela explicó que la ciencia básica es el puntapié inicial para generar conocimiento, uno que debe ser compartido, socializado y difundido, de manera que otros puedan a partir de éste, crear aplicaciones y tecnología útil para las personas.
De acuerdo a su experiencia, ese camino lógico los llevó al éxito en la década del '70 con el descubrimiento de lo que se convertiría posteriormente en la vacuna contra la Hepatitis B, y que más tarde serviría también para el descubrimiento del virus de la Hepatitis C y el desarrollo de un proceso para producir insulina humana.
Creación de la vacuna contra la hepatitis B
La curiosidad lo impulsó junto a su equipo en 1971 a estudiar un organismo que poco se había usado en la ciencia: la levadura panificadora. Partieron de la base que es una célula “muy parecida en su funcionamiento con el ser humano en cuanto a la actividad biológica de la célula”, comentó.
Luego avanzaron en secuenciar la información genética del virus de la Hepatitis B lo que “nos tomó más de un año en condiciones que hoy se secuencia en un día un genoma humano”, destacó Valenzuela.
Con esos elementos sobre la mesa y con una curiosidad imparable se cuestionaron sí podrían elaborar una vacuna. “Insertamos un trozo de ADN dentro de la levadura, construido de tal manera que ésta creía que era un pedazo de su mini cromosoma y así expresó la proteína que esa información le entregaba (antigénica)”.
En 1986 la vacuna contra la Hepatitis B había sido aprobada por la Agencia de Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de Estados Unidos y comercializada en diferentes países del mundo.
Ésta y otras experiencias, las puso como ejemplo para incentivar a los jóvenes a hacer ciencia. “Sólo hay que estar atentos al oportunismo para desarrollar la ciencia y para que un grupo de científicos investiguen motivados por la curiosidad, mientras otros puedan estar viendo la aplicación para desarrollar los inventos”, dijo Valenzuela.
El bioquímico indicó que lo usual es que unos se dediquen a la investigación básica de distintas disciplinas y otros a su aplicación y la creación de soluciones tecnológicas. Su caso fue distinto, lo reconoce, porque supieron a partir de la curiosidad aprovechar las circunstancias, la oportunidad y el conocimiento para el desarrollo de avances médicos de impacto mundial.
Valenzuela fundó en 1997, junto con otros científicos, la Fundación Ciencia para la Vida, desde la cual ha dirigido investigaciones enfocadas a producir innovaciones científicas y tecnológicas en Chile.