Hugo Lavados: “Es bien difícil entusiasmarse con un proyecto que es No, No, No"

El rector de la Universidad San Sebastián, Hugo Lavados, entregó su visión a la Revista Nos acerca de la reforma educacional impulsada por el gobierno de Michelle Bachelet. El rector de la USS cree que la educación universitaria gratuita es un concepto que ya se está dejando de debatir y que todos saben que a largo plazo se llegará a un sistema de predominio estatal y menos selectivo.

Miércoles 11 de febrero de 2015

Hugo Lavados: “Es bien difícil entusiasmarse con un proyecto que es No, No, No"

Hugo Lavados habla directo, sin enredarse y claro. Demócrata cristiano, ex ministro de Economía del primer gobierno de Michelle Bachelet. Economista de profesión se dedicó a la política, a la administración pública y privada y a la docencia como profesor y decano de la Facultad de Economía y Negocias de la Universidad San Sebastián, donde actualmente es rector. En su nueva etapa analiza lo que ha significado la reforma educacional impulsada por el segundo mandato de la Presidenta Bachelet encabezada por su antiguo compañero de gobierno, Nicolás Eyzaguirre.

– Durante el último tiempo se ha puesto varias veces en entredicho el “rol público” que cumplen las universidades privadas. ¿A qué cree que se debe esa nueva arista en el debate educacional?

– Lo que pasa es que el debate reciente tuvo que ver con cómo el Gobierno define sus prioridades del gasto público, en la que han manifestado claramente una  preferencia por las universidades estatales, y en eso estamos absolutamente de acuerdo con la posición que tienen la Universidad de Concepción, la Austral, las “Católicas”, en que se ha estado entendiendo que sólo lo estatal cumple un rol público en la educación. Creo que existen bastantes antecedentes como para pensar que ésa es una interpretación extremadamente estrecha que no aporta al desarrollo del sistema universitario.

– Entonces esa preferencia del gobierno por las universidades estatales afectaría a las universidades privadas.

– Claro que lo haría. Mirando desde la perspectiva de las universidades privadas, uno de los centros de nuestra atención es que los estudiantes de esas universidades, como la San Sebastián, están siendo discriminados en el acceso de su financiamiento, por ejemplo, con las becas Bicentenario, que se incrementan para las entidades del Consejo de Rectores.

– Desde esa lógica, ¿cómo ha actuado para defender los intereses de su universidad?

– Yo he alzado la voz cuando ha sido necesario. Ahora, lo que ocurre es que ha habido una cantidad importante de frentes en el último tiempo. Y dado el proyecto sobre el cambio de ley en el sistema escolar, el debate sobre el financiamiento universitario puede pasar al segundo lugar.

Los proyectos del No.

– ¿Qué opina de la educación universitaria gratuita?

– Yo creo que ya se está empezando a dejar de debatir ese tema como concepto. Uno tiene que tener algunas cosas de base, de soporte, y una de esas es el cálculo aritmético. Si multiplicamos el número de estudiantes por el valor del arancel, los números no dan, desde la perspectiva que habría que entregar más de la mitad de lo que se ha pensado destinar a toda la educación en régimen con la reforma tributaria, y son cifras que no son posibles. Ahora, en realidad, el programa de gobierno, que es lo único que tenemos en cuanto a expresión, dice que se daría gratuidad en los primeros cuatro años y para el 70 por ciento más vulnerable. Si uno saca la cuenta de la estructura de los estudiantes en las universidades, llega a la conclusión de que esos alumnos son cerca del 40 por ciento del total, porque el 30 por ciento de segmento que corresponde a los ingresos más altos fácilmente llega a seis de cada 10 estudiantes, porque está sobrerrepresentado, son los que estudian en colegios particulares pagados los que sacan mejores puntajes.

– Por otro lado está la primera parte de la reforma que apunta a las educaciones pre-básica, básica y media, ¿cuál es la percepción de esos cambios?

– En general, uno puede encontrar buenos argumentos para algunos de los temas que están planteados en los proyectos de ley actual. El proyecto de los “No” (fin al lucro, a la selección y al copago) parte teniendo un problema de diseño esencial, de hacer extremadamente difícil de comprender por qué se parte por ahí. Y segundo, tiene un problema muy complejo que lo señaló la Conferencia Episcopal, y es que es bien difícil entusiasmarse con un proyecto que son No, No, No. Yo creo que todos sabemos que en el largo plazo si tenemos un sistema realmente de calidad y que acoja a todos con los mismos niveles, eso lleva a un sistema con predominio estatal y de mucha menor selectividad.

El lucro en la educación

– Otro tema que ha sido planteado por el Gobierno ha sido el lucro, ¿cómo aborda usted el tema?

– La definición de no al lucro es netamente operacional, porque es bastante sin sentido el argumento que se ha dado, que es que puede tener mejor calidad si no tuviera utilidades, yo creo que ahí se metieron en un enredo, por la enorme cantidad de tipos de establecimientos privados y estructuras societarias. Ahí hubo, algunos dicen, poca calle. Tiendo a pensar para el otro lado, creo que hay mucho escritorio, mucho modelo, mucho computador.

– El lucro ya ha sido atacado en las educaciones escolares, por lo que pronto llegará el turno de la universitaria, ya que si bien tienen prohibido lucrar de forma directa, algunas lo hacen a través de otras formas.

– En lo del lucro en la educación superior también hay que hacer un paréntesis, porque la definición jurídica y técnica dice que lucro es cualquier utilidad que se obtiene de un negocio. Sin embargo, yo creo que las personas sienten que cuando se habla de lucro, es utilidad obtenida con alguna forma de abuso, ilegítima. En las universidades esto fue resuelto en 1981, cuando salió el DFL 1. Por lo tanto, no es asunto de una ley sobre lucro o no lucro, es de supervisión, que son dos cosas distintas. Y esa va a ser una de las funciones de la Superintendencia. Y está bien, siempre que no agobie con requisitos administrativos y de control, que en definitiva salen más caros. Si en eso tienen razón las universidades estatales: que una parte de sus problemas tiene que ver con una ineficiencia inducida por los organismos administrativos. Ése sería el peor de los mundos.

La opinión sobre el ministro de Educación

– Usted trabajó en el gobierno anterior de la Presidenta Bachelet con el actual ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre, que en ese entonces estaba encargado de la cartera de Hacienda. ¿Cómo cree que ha afrontado este nuevo desafío el ministro de Educación?

– Nicolás fue un muy buen ministro de Hacienda, pero no está teniendo un desempeño igual de brillante como ministro de Educación. La tarea en Hacienda no es fácil, pero creo que la de un ministro de Educación hoy en Chile es casi imposible hacerla bien. Ahí hay que hacer un juicio matizado, y no sólo sobre Nicolás Eyzaguirre, sino de las dificultades inherentes al cargo mismo. Creo que al comienzo tuvo una actitud excesivamente confrontacional, de descalificar a todos los que no estaban de acuerdo exactamente con lo que se estaba planteando. Al final esa posición, que es intelectualmente de soberbia, sobre todo en política, genera mucho anticuerpo.

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