¿Por qué el dolor crónico debe ser incluido en el AUGE?

Especialistas plantean que se trata de una enfermedad de alta prevalencia.

Lunes 23 de abril de 2018

Se estima que 32% de los chilenos padecen de dolor crónico no oncológico, de acuerdo con la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor, lo que se traduce en 5 millones de personas, principalmente de entre 50 y 64 años.

Dada esta prevalencia, algunos expertos sostienen que es necesario incorporar esta enfermedad dentro del Auge. Al respecto, Luis Henríquez, académico de la carrera de Kinesiología de la U. San Sebastián (USS), dice que “el tratamiento del dolor crónico no oncológico debiera ser una Garantía Explícita de Salud (GES), porque si no se va seguir abordando como una dolencia lumbar, una artrosis u otras patologías para las cuales ya existen protocolos, pero el dolor en sí requiere de su propio reconocimiento y atención”.

No obstante, aclara que antes se debe cumplir con una serie de pasos: definir un financiamiento para el tratamiento de esta enfermedad a través de una canasta de prestaciones y definir un protocolo de atención multidisciplinario que incluya a: “médicos, psicólogos, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, nutricionistas, asistentes sociales y enfermeras, quienes deben coordinar este trabajo bajo un mismo idioma y con un mensaje positivo, respecto a que el dolor crónico se puede tratar y tiene solución”, dice Henríquez.

El académico USS enfatiza en que estamos demasiado acostumbrados a pensar que el dolor está relacionado siempre con otra enfermedad como es el caso de las dolencias lumbares que son las más frecuentes. “El dolor cuando dura mucho tiempo (más de 3 meses) va provocando cambios en el cerebro y en ese caso ya no sirve hablar de dolor lumbar, artrosis u otra causa anatómica, porque estamos frente a una enfermedad”.

Henríquez indica que por definición “el dolor es un sistema de alarma que tiene el cuerpo para que uno se cuide o proteja, pero cuando se extiende por mucho tiempo, ya no cumple ninguna función biológica y se transforma en una sobreprotección producida por los estímulos que vienen del cuerpo, pero también por otros factores psicológicos como el miedo, las experiencias negativas previas y la percepción de amenaza, lo cual es interpretado por el sistema nervioso central y eso se convierte en sensibilización y dolor crónico”.

El profesional señala que “lo más sencillo para distinguir si se trata o no de un dolor crónico es la duración o extensión en el tiempo. Pero, otro aspecto a considerar son los síntomas no físicos, sino que psicológicos”.

Además afirma que es necesario educar a las personas y normalizar su percepción sobre el dolor para entender “que en algunos casos éste es como la fiebre porque nos advierte de algo y no es algo malo o que nos limita”.

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