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Gargantas desgarradas: el escaso cuidado de la voz chilena
La voz es uno de los elementos más importantes de la comunicación, pero salvo cantantes, actores y comunicadores, nadie más se preocupa de cuidarla como es debido. Es la realidad de un país donde la fonoaudiología se ve más como una especialidad que como parte de la atención primaria.
Lunes 1 de junio de 2015
Gritar un gol, cantar en un concierto, decir “te amo”, pedir un taxi o simplemente hablar, es lo que permite hacer la voz, entre muchas otras acciones. Comunicar es un acto importante en la vida de las personas, un hecho sencillo pero fundamental para poder desenvolverse en el mundo pero que muchas veces se realiza de forma inconsciente hasta que un resfrío, un cambio brusco de temperatura o un esfuerzo extremo dejan las cuerdas vocales o la laringe muy resentidas.
Es en invierno, cuando las temperaturas son más bajas y los resfríos aumentan, que la garganta se ve más afectada. Juan Carlos González, fonoaudiólogo y docente de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad San Sebastián, explica que esto se debe a que a nivel de la laringe aumenta el líquido, por lo que el sonido se vuelve mucho más bajo. Además hay una mayor irrigación en la laringe porque los capilares aumentan su tamaño. Esto puede provocar que se rompan y se generen pequeñas hemorragias.
El profesional explica que en esta época otro causante de lesiones son las bebidas muy calientes. “La mucosa se quema porque la laringe no está preparada para recibir líquidos a una temperatura muy alta. Otro punto se relaciona con las partículas contaminantes, ya sea por cigarro o contaminación ambiental, que se pegan a la mucosa porque es húmeda”.
Pero esa no es la única forma en que el aparato vocal puede resentirse: los esfuerzos extremos también pasan la cuenta. Ir un concierto, a una disco o al estadio puede sobreexigir la laringe y las cuerdas vocales por la falta de feedback auditivo, que es cuando las personas no pueden escuchar su propia voz debido al ruido ambiente y aumentan el volumen hasta poder oírse. “Hay que evitar los gritos desmesurados porque pueden producir un pólipo, la ruptura de un vaso sanguíneo que se regenera mucho más grueso que antes, y que evita que la cuerdas vocales hagan un buen contacto para generar el sonido”. Para evitar esto el profesor González explica que hay saber cómo gritar: para hablar fuerte es preferible dosificar el aire que se empuja desde los pulmones hacia la laringe. Es preferible aumentar la cantidad de aire en vez de forzar más las cuerdas vocales. La diferencia es notable: haciendo lo primero el sonido es mucho más envolvente y profundo, mientras que el segundo es mucho más desgarrado y forzado.
Sin embargo el fonoaudiologo aclara que no hay una receta única ya que “cada persona es un mundo, y deberá aprender una técnica diferente para el uso que quiera darle a su voz. Es distinto un cantante a un profesor o a un actor”. Un aprendizaje que debe ser supervisado por un profesional, ya sea un fonoaudiólogo o un otorrinolaringólogo. Lamentablemente muchas veces las personas recurren a ellos cuando ya están con el problema o por un motivo totalmente distinto. “Falta una promoción de la salud de la voz. De hecho es el área menos difundida de la carrera”, se lamenta.