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Soc. Chilena de Trasplante propone que coordinador nacional tenga mayor atribución para fiscalizar recintos asistenciales
A juicio del presidente de la entidad, José Manual Palacios, el aumentar las atribuciones del coordinador nacional de trasplantes, fortaleciendo su figura dentro de la orgánica ministerial, potenciaría en la práctica el sistema de trasplante de órganos en nuestro país.
Viernes 20 de julio de 2018
Un tema sensible a nivel país es el de trasplante. Más aún tras conocer que la donación de órganos cayó casi a la mitad el primer semestre de 2018. Si de enero a junio de 2017 los donantes fueron 96, para igual periodo de este año sumaron 52.
Las explicaciones son varias, pero muchos apuntan a que un dictamen de la Contraloría General de la República de diciembre de 2017 estableció que si un fallecido que aparecía inscrito en el registro de no donantes, sus familiares no podían decidir donar sus órganos. Tras pedir la revisión del tema, el organismo dio pie atrás la medida la semana pasada y ahora sí permitirá que los familiares decidan finalmente.
Para el presidente de la Sociedad Chilena de Trasplante, Dr. José Manual Palacios, este dictamen de Contraloría podría explicar en cierto punto la caída de donación de órganos. No obstante, apunta a una mejor fiscalización, campañas educativas y mejor control de parte de la autoridad competente en pesquisa de donantes potenciales en los diversos servicios de salud del país.
- ¿Cuál es la realidad hoy en Chile en cuento a la donación de órganos?
- El 2017 en Chile hubo 173 donantes efectivos, que fue el número más grande que ha habido en la historia del país. Eso significa que por cada millón de habitantes -tomando un total de 17 millones- hubo 10 donantes efectivos en un año. Este no es número tan bueno, porque si lo vemos en el contexto de países como España, Francia o Inglaterra, Estados Unidos o incluso Uruguay o algunas partes de Brasil, las tasas de donación por millón de habitantes anuales son el doble, triple o cuádruple de lo que tuvimos el año pasado. Si bien mejoramos- porque antes eran de 6 a 8 por millón- a nivel contexto mundial somos regular a malo.
Ahora, durante este año y en forma paralela al (primer) dictamen de Contraloría, los números a nivel país son peores. En lo que va de 2018 y haciendo una proyección de los meses que quedan, significa que en el mejor de los casos si volviéramos a lo que sucedió el año pasado, llegaríamos más menos a ocho donantes por millón de habitantes y en el mejor de los casos a diez.
- Pero, este primer fallo de Contraloría ¿fue tan determinante en la baja de donación de órganos?
- No creo que sea el único factor en la baja que se ha visto. Lo que pasó con el dictamen de la Contraloría fue una observación de que había un número muy importante de chilenos que figuraban como no donantes en el Registro Civil y segundo, que estando en esa condición y de acuerdo a la legislación vigente, los familiares de los potenciales donantes, ni siquiera se les podía preguntar con respecto a la posibilidad de donar. Eso hizo que en términos prácticos una gran cantidad de registrados como no donantes -que son como cuatro millones de personas fallecieron desde el primer dictamen de la Contraloría en diciembre de 2017 hasta el jueves pasado. Ahora, ¿qué porcentaje representa eso del que haya tenido impacto?, es difícil saberlo, sin embargo a nivel local -yo trabajo en dos lugares y lo viví de primera fuente- en el Hospital San Juan de Dios y la Clínica Alamana de Santiago, de los donantes potenciales que no se les preguntó, un tercio de ellos era porque figuraban como no donantes.
- ¿Qué otros factores pueden estar influyendo en que la tasa haya caído respecto al año pasado?
- Hay también un factor que viene siendo consecuencia de lo que sucedido en 2016 y 2017 y que se lo hice ver al coronador nacional de trasplante, que es la falta de fiscalización sobre la red de coordinadores en la pesquisa de donantes. Es decir, no existe la supervisión que frente a la existencia de un donante potencial en los hospitales o centros públicos y privados, se dé el aviso de la existencia de este donante potencial.
Está demostrado -por ejemplo en España que son los campeones en la donación- que después de un tiempo, del tercer, cuarto o quinto año de la red de vigilancia, empieza a diluir un poco la rigurosidad respecto a la pesquisa de donantes potenciales, y creo que acá en Chile ha pasado un poco eso; que habiendo una red no se ha hecho una supervisión adecuada porque es un trabajo muy desgastador, que tiene muchas veces fracasos porque después de todos los trámites la familia dice que no o hay conflictos con los colegas. Esto hace que los encargados de este proceso se cansen y no lo hagan correctamente. Existe un desgaste natural desde el 2010 a la fecha.
- ¿Y qué hacemos frente a este desgaste: recambio de profesionales, incentivos económicos, nueva legislación u otros?
- No creo que una nueva legislación en este punto particular tenga impacto. Creo que se podría hacer una fiscalización más rigurosa sobre la función que cumplen. A lo mejor no necesariamente cambiar a los coordinadores como lo hacen en España porque formar uno cuesta tiempo y no es fácil encontrar a los profesionales motivados. Creo que saldría muy caro cambiar a toda la red. Sugeriría que hubiera una fiscalización más rigurosa, incentivos no necesariamente económicos, sino quizás reconocimientos públicos.
- ¿Qué más se necesita para aumentar la donación?
- Hay un aspecto de gestión administrativa. Hoy el coordinador nacional de trasplante en España, por ejemplo, tiene un cargo que está inmediatamente por debajo del ministro de Salud y no está inmerso en ninguna otra organización estructural en el ministerio. Entonces, ese coordinador tiene la potestad para ir, por ejemplo, a un hospital como en el que yo trabajo San Juan de Dios y decir: ‘oye, en lo que va de estos meses no ha habido aviso de ningún donante potencial y cómo puede ser esto si ustedes tiene unidad de cuidado intensivo, servicios de urgencias o unidades coronarias, donde estadísticamente tiene que haber llegado donantes potenciales’. Entonces, la idea es que hable con el director del hospital y le plantee que tiene que rendir cuentas porque así lo establece la ley como es avisar ante un donante potencial. Esto en Chile no se cumple.
- A nivel de sociedad es importante también hacer acciones. En este punto, ¿se pueden fijar charlas, campañas o spot por televisión?
- Ese es otro punto fundamental. Creo que hemos avanzado con lo que había hace 10 años atrás, pero se requiere hacerlo de forma permanente. La campaña del canal Mega el año pasado para captar donantes, por ejemplo, definitivamente influyó en los 173 donantes. El hecho de que la gente vea a figuras conocidas es algo que influye. Segundo, que tanto a nivel de colegios, pregrados otras instancias educativas se toque este tema, independiente del área que se estudie y no solamente en carreras de salud. Todo esto, como dije, tiene que ser permanente, no hechos aislados o casos dramáticos para sensibilizar, sino algo constante en el tiempo.
- ¿A qué nos exponemos si no se crea esta concientización de la que estamos conversando?
- Nos estamos exponiendo a la muerte de una gran cantidad de potenciales receptores que necesitan un órgano para seguir viviendo o mejorar significativamente su calidad de vida. En Chile, para ponerlo en términos concretos, hay casi dos mil inscritos en la lista esperando un trasplante de órganos, de los cueles la mayoría son receptores renales (cerca de 1.300) y el resto se divide en potenciales receptores de hígado, corazón, pulmón y páncreas. Y una cantidad importante de pacientes que esperan tejidos: corneas, piel, hueso y válvulas cardiacas.
- Y en términos estadísticos, ¿cuántos de ellos fallecen?
- En el caso de los receptores potenciales de hígado, pulmón y corazón, desde el momento que se inscriben y pasado un año si no ha sido trasplantado, uno de cada tres o de cada cuatro muere, hablando en números concretos. En el caso de potenciales receptores de riñón, esto no sucede porque está la posibilidad de la diálisis. Sin embargo, hay que saber que al comparar los pacientes que siguen en diálisis y los que se trasplantan a largo plazo la mortalidad de los primeros aumenta entre 10% y 15 % respecto de los que recibieron riñón. Además, en el plazo inmediato la calidad de los trasplantados versus los que están en diálisis es infinitivamente mayor.
- A esto se suma el costo económico para el Estado también
- Claramente. No había querido entrar en este punto pero un enfermo que está esperando un trasplante de cualquier órgano, tiene por lo menos en promedio dos o tres hospitalizaciones anuales por complicaciones de su enfermedad de base. Por ejemplo, en el caso del pulmón, corazón e hígado, se da lo que se llama las insuficiencias que muchas veces son transitorias, pero que requieren hospitalizaciones de varias semanas o incluso meses antes que vuelvan a sus casas. Incluso muchos no pueden volver a sus domicilios y permanecen hospitalizados por largos periodos con varios costos. Por un lado el inmediato, de hospitalización y recursos que se utilizan; por otro lado, los costos asociados como incapacidad laboral, dependencia del núcleo familiar; y finalmente un costo relacionado a calidad de vida, que si bien no es económico es afectivo.