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¿Un paseo a caballo es igual que una cabalgata?
No es lo mismo pasear a caballo, realizar cabalgatas o participar en una expedición, no sólo por la extensión de las actividades, sino también por su nivel de seguridad, preparación y conocimientos para llevarlas a cabo.
Viernes 18 de enero de 2019
Hay que tener claro que en cualquier actividad con caballos hay un riesgo, “porque estás interactuando con un animal que pesa cuatro o cinco veces más que una persona. Además, el caballo debe estar domado para que sea usado en estas actividades, lo que no sabemos es que tan bien domado puede estar y si tiene la costumbre de andar en tropilla junto a otros caballos”, señala Sergio Loyola, coordinador del Centro Certificador y académico de la Carrera de Ingeniería de Gestión en Expediciones y Ecoturismo de la U. San Sebastián.
Paseo a caballo
“Los paseos a caballo son de menos de tres horas y se realizan por senderos o lugares que no revisten mayor riesgo o exigencia para el animal y la persona. Son los típicos paseos por la playa, pero implican un buen adiestramiento de los animales para prevenir caídas o accidentes. De allí lo importante de mantener siempre el control del caballo y estar siempre atento al desplazamiento y reacciones del animal”, explica Loyola.
El académico USS añade que el problema es que los paseos a caballo no están tan normados como las cabalgatas o expediciones y a veces “algunas personas o arrieros obtienen permisos locales para ofrecer este servicio, pero la seguridad no siempre está garantizada. En especial por el tipo de cabalgaduras y estado de los aperos que se usan”.
Las cabalgatas
“Es cualquier desplazamiento a caballo por más de tres horas y hasta 7 días. De ahí en adelante, se llaman expediciones a caballo y son de 8 días para arriba. Constituyen un medio para acceder a lugares más lejanos y tienen otro nivel de dificultad”, indica el docente de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo USS.
El académico agrega que “en una cabalgata no pueden ir más de seis personas por guía. Además, los aperos de los animales tienen que estar en buenas condiciones, especialmente los estribos, la cincha, la montura y las riendas, para prevenir caídas”.
“El otro nivel de riesgo para esta actividad se da en la doma o amansamiento. Se puede notar si la persona le pregunta al arriero o a quien está a cargo cuáles son los animales más mansos o dóciles mientras están en la tropilla o agrupados, para que los usen quienes tienen menos experiencia y especialmente los niños”, añade el profesional.
Otro aspecto a considerar, de acuerdo con el especialista, es “el nivel de acostumbramiento del caballo de andar en tropilla, porque puede estar muy bien domado y ser manso, pero a lo mejor no tiene la costumbre de andar con otros animales y en la proximidad de unos con otros en senderos estrechos, va a querer ir adelante y se terminan mordiendo o pateando”, con el consiguiente peligro de caída para el jinete.
También hay que fijarse en el bienestar y cuidado del animal. Loyola dice que “por ningún motivo montar un caballo que no esté herrado, para evitar riesgos de heridas. Además, el animal tiene que estar bien alimentado e hidratado (…) Estas en todo tu derecho de exigirle a quien está prestando el servicio que te cambie un caballo que se vea cansado o en malas condiciones. En el caso de las cabalgatas, el cuidado es por igual para los caballos silleros y los de carga y existen límites de peso y carga para ellos”.
Hay que observar “si el guía verifica el estado de los aperos en el trayecto, las instrucciones que da, por ejemplo, si hay un paso de río y necesitas colocar sólo la punta de los pies en el estribo y dejar que el caballo busque el camino para cruzar”, añade.
Loyola asegura que los accidentes típicos que se producen “son caídas, desatención en el manejo del caballo y el choque con ramas al internarse en el bosque. Además, está el peligro de ponerse a galopar especialmente en montaña, donde no es recomendable por ningún motivo ya que el terreno es difícil y es posible que el caballo pueda tropezar o el jinete caerse y quedar enganchado de uno de los estribos”.
Turismo aventura o ecoturismo
El académico USS dice que es bueno diferenciar los conceptos de turismo aventura y ecoturismo para entender cómo se desarrollan las distintas actividades y sus exigencias. En el primer caso se trata de actividades que “utilizan el entorno o medio natural como soporte físico y recurso para producir en los turistas determinadas emociones y sensaciones de descubrimiento y de exploración, y que implican cierto empeño, actividad física y riesgo controlado”.
Mientras que el ecoturismo apunta a un “turismo ambientalmente responsable, de bajo impacto, que promueve la conservación del entorno y propicia la inclusión activa y socioeconómicamente benéfica de las poblaciones locales”.
En ese sentido, Loyola sostiene que “todas las actividades de turismo aventura de cualquier empresa que se llaman tour operadores están regidos la ley 20.423 y específicamente del decreto 222 que rige el turismo aventura”.
Por eso dice que “una persona y/o empresa que quiera ofrecer los servicios de cabalgatas deben estar debidamente capacitados no solo en el manejo de los animales, que es fundamental, sino que también en la operación completa de la actividad, en especial en primeros auxilios, para ello es importante que estén certificados”.
“Lo primero que el tour operador le debe mostrar al cliente es la ficha técnica de la actividad que va a desarrollar. Lo mismo con respecto al certificado de exención de responsabilidad que habla de los riesgos que implica la cabalgata”.
Sergio Loyola enfatiza además que tanto los guías como las empresas operadoras tienen que estar Inscritas en el registro nacional de prestadores de servicios de turismo aventura de Sernatur e idealmente certificadas en el sistema de calidad turística.
Otros dos elementos a considerar son el Plan de Prevención y Manejo de Riesgos para cada actividad o programa que se ofrezca a los turistas, donde deben incluirse las definiciones de los criterios para evaluar los riesgos, datos sobre participantes, variables geográficas, meteorológicas y similares, además de equipos de seguridad y primeros auxilios.
Finalmente, tiene que haber un plan de respuesta a emergencias, que incluya al personal encargado de su ejecución, sistemas de comunicación, procedimientos de, búsqueda, rescate, evacuación y traslado de personas para atención médica.