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El ferrocarril, ayer y hoy
La apuesta es reivindicar el ferrocarril como alternativa, para que por las vías vuelvan a circular no solamente carga y pasajeros, sino que las esperanzas de aportar al desarrollo de las ciudades.
Lunes 16 de noviembre de 2020
En diciembre de 1870, la zona costera de la entonces provincia de Concepción estaba de fiesta. Ese mes iniciaba su circulación una máquina a vapor fabricada en Pensilvania, Estados Unidos, por la empresa Rogers y bautizada como Concepción, aunque inicialmente sólo recorrería el tramo Talcahuano-Concepción. Posteriormente se le unió su gemela, bautizada Talcahuano, de la misma procedencia.
Era una locomotora, toda una novedad para la época. Ya habían transcurrido 16 meses desde los inicios de las obras del ramal que terminó uniendo en 1874 al puerto chorero con Chillán. La entrada de la locomotora se realizó el 29 de enero de 1871, un momento memorable que destacaba la idea de progreso con la que se asociaba a los trenes.
“La distancia queda anulada para siempre”, decía un periódico de la época (La Estrella del Sur). Largos meses, adornados por algunas dificultades técnicas (puentes), ambientales (lluvias y aluviones) y sociales (alzamientos de carrilanos) no impidieron que el 18 de abril de 1874 se hiciera un viaje inaugural, solo empañado por el retorno desde Chillán debido a un trágico descarrilamiento.
Sin embargo, el ramal ya estaba consolidado, con consecuencias trascendentales: Talcahuano desplazó a Tomé como puerto principal; Concepción se afianzó como centro político, administrativo y comercial, y Chillán se convirtió en el punto de Curicó, Santiago y Valparaíso, y desde ahí al sur (vía San Rosendo) hasta Puerto Montt en 1913.
Estas ciudades fueron testigos de los progresos vinculados a la llegada del nuevo medio de transporte, un fenómeno que se vivió en todas aquellas comunidades que vieron su arribo; en algunos casos la duración de dicho desarrollo fue más prolongado en el tiempo, mientras que en otros, más efímero.
Hoy el ferrocarril vuelve a la palestra pública gracias a los proyectos que buscan recuperar este medio importante tanto para el transporte de carga (que es el que se ha mantenido en el tiempo) como de pasajeros (renovado con el Biotrén en nuestro caso). Sin embargo, para nadie es un secreto el deseo de que el tren una nuevamente a Talcahuano, o por lo menos a Concepción, con Chillán y desde ahí a Santiago-Valparaíso otra vez. Se ha reconocido que fue un error haber abandonado el ferrocarril como medio de transporte nacional, como una alternativa.
Se sabe que otras naciones que mantuvieron los trenes como prioridad hoy cuentan con flotas modernas y muy rápidas que ayudan también al desarrollo del país que los acoge. La apuesta, creo yo, es reivindicar a los ferrocarriles como alternativa, modernizada ciertamente, para que por estas vías vuelvan a circular no solamente carga y pasajeros, sino que las esperanzas de aportar al desarrollo de las ciudades, ideas que, como se ve, no se separan de los trenes, igual como se pensaba hace 150 años.