¿Es importante que bebamos suficiente agua antes, durante y después de realizar cualquier tipo de actividad física? Aunque ésta sea de carácter moderado, la respuesta es definitivamente sí. Eso ya que con cualquier tipo de actividad que realicemos, perdemos una cantidad variable de agua y sales minerales.

La cantidad que perderemos depende de algunos factores como: condiciones climáticas y ambientales, tipo de ejercicio, duración e intensidad, entre otros. Tampoco hay que excederse al hidratarse. Hay evidencias en la literatura científica de que un correcto estado de hidratación es clave para un óptimo rendimiento deportivo.

Es muy común en el comienzo de las estaciones más cálidas ver a personas que realizan actividad física con ropa gruesa o trajes térmicos ya que existe la creencia de que así perderán peso. No obstante, sólo  logran perder agua por exceso de sudor, pudiendo llegar a una deshidratación severa, con consecuencias negativas para la salud.

En la práctica, se recomienda beber 1 ml por cada caloría ingerida, es decir, que si consumiéramos diariamente 4.000 Kcal, debemos tomar 4 litros de agua, (2 litros bebidos y 2 litros contenidos en los alimentos).

Un adulto, según su condición física, sexo, edad, estilo de vida y clima en el que viva, tiene en promedio un 65% de agua en su cuerpo.

Una persona puede sobrevivir a pérdidas de hasta el 40% del peso de sus reservas de grasas e hidratos de carbono, y de sus proteínas. Pero una pérdida de agua entre el 9% y el 12% del peso corporal puede provocar la muerte. La sed es un buen indicador de que debemos hidratarnos y ésta aparece con un 2% de deshidratación.

Durante una hora de ejercicio intenso, una persona de 70 Kg puede perder aproximadamente un litro y medio de agua, que puede aumentarse a 2 o 3 litros por hora en ambientes calurosos.