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La desorientación en las elecciones europeas y sus implicancias
Los triunfos nacionalistas (y populistas) son una realidad que avanza en Europa y el mundo, lo cual representaría el verdadero elemento de cambio político en el sistema internacional.
Miércoles 29 de mayo de 2019
Se han escrito varias columnas en medios nacionales e internacionales respecto a las elecciones al parlamento europeo, y si existe algún acuerdo entre los autores, es que las predicciones fueron casi todas equivocadas a luz de los resultados. Al respecto el ex canciller Ignacio Walker señaló acertadamente que “quienes presagiaban un abultado triunfo del nacionalismo populista euroescéptico se equivocaron… también los que pronosticaban una amplia derrota de las fuerzas proeuropeas…”.
Una vez más quedó de manifiesto que frente al cambio de época al cual asistimos, los sistemas predictivos sólo nos vienen a crear mayor incertidumbre y falsas expectativas, cuestión evidente las proyecciones económicas y políticas, aunque cabe señalar que en perspectiva de las finanzas modernas nunca ha existido evidencia en que las ciencias económicas sean tales, ya que todas las crisis mundiales nos han encontrado desprevenidos. En tal sentido, el postmodernismo está aceptando esta realidad, y no promoviendo algún cambio epistemológico.
Lo medular de hacer un esfuerzo por comprender las causas de los fenómenos políticos a los cuales asistimos, en particular de la vieja Europa, se debe a que muy posiblemente seguirá siendo un referente sustantivo en nuestra forma de comprender nuestro entorno y cosmovisión en el futuro próximo. Por cierto, que cada vez más habrá influencia desde otras culturas producto del nuevo reparto de poder mundial, en especial de China.
Por lo señalado, los hechos políticos que acontecen en Europa nos revelan los escenarios ante los cuales estaremos envueltos y que de alguna manera serán interpretados y/o recogidos por nuestra clase política criolla, ya que por más que nos autodefinamos como latinoamericanistas, resulta evidente que ello no ha sido factor constitutivo de ningún diseño de alianza política regional. En la retórica se intentó plasmar en la difunta UNASUR y en el alicaído Pacto Andino.
En un acto reflejo, los actores políticos analizan y comentan las recientes elecciones en Europa desde sus propios prismas, ya que para quienes soslayan la importancia de la cooperación internacional, la defensa y promoción de los regímenes internacionales y el robustecimiento de la política de consensos políticos regionales (y mundiales) intentarán valorar las elecciones desde la perspectiva de que el europeísmo late aún entre las fuerzas políticas más votadas, mientras que los que apuestan por un cambio a favor del interés nacional a través del fortalecimiento de las soberanías y, con ello, un menor condicionamiento doméstico a los órganos intergubernamentales, observan que la tendencia mundial es promisoria. Al respecto, los triunfos nacionalistas (y populistas) son una realidad que avanza en Europa y el mundo, lo cual representaría el verdadero elemento de cambio político en el sistema internacional.
Visto así, evidentemente podríamos confirmar que los electorados en Europa, en términos cada vez más amplios, están por cambiar los consensos del orden de post Segunda Guerra Mundial. Ello no sólo por el cambio tectónico promovido por actores que no participaron en el proceso de manera protagónica como China y otras potencias asiáticas, sino que desde el mismo seno de las democracias liberales europeas (y no europeas) se están empujando un cambio al régimen internacional y a las convicciones que lo animaron.
El porqué de aquello pareciera estar en el agotamiento (fin de ciclo) ante las estructuras e instituciones creadas en los procesos de integración (Unión Europea en específico) y un ambiente de descrédito al régimen internacional emanado desde las Naciones Unidas. Los riesgos al devenir de la humanidad se acrecientan cuando no existe claridad (y mucho menos consenso) respecto a las nuevas propuestas políticas de futuro.
En consecuencia, son muchas las preguntas que generan a los procesos políticos a los que asistimos, por lo que manifestarse satisfecho porque aún hay fuerzas políticas que mantienen el “establishment” de post Guerra no pareciera sostenible. Al respecto, resulta fundamental que la filosofía política nos permita comprender las causas e implicancias que trae consigo esta actitud revisionista que se expande en el sistema internacional.
Al mismo tiempo, desde la política es urgente volver a la tradición de bien común centrada en la dignidad de las personas y en la vida en común, ya que presenta una respuesta ontológica a los fenómenos que exhiben desorientación y un sin sentido de la política en el ámbito migratorio, derechos humanos, cambio climático y de cooperación al desarrollo de los pueblos.
Vea la columna en El Dínamo