- Usted está en:
- Portada / Columnas de Opinión / Macarena Valdés
Las medidas que deja la COP21, y las acciones que la sociedad civil debe reforzar para combatir el inexorable cambio climático
Aun existe mucha incertidumbre sobre lo que tendremos que enfrentar. Algunos señalan que estamos cercanos a un punto de inflexión y que el cambio gradual que hemos iniciado entrará en un proceso totalmente acelerado e irreversible.
Jueves 10 de diciembre de 2015
En las últimas semanas, se ha destacado en prensa y redes sociales el tema del calentamiento global y la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, o COP21 como se ha popularizado.
En uno de los discursos realizados, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, instó a todos los participantes a no desperdiciar la oportunidad de alcanzar un acuerdo que transformará el futuro. Pareciera haber relativa claridad sobre qué es lo que moviliza a autoridades de todos los puntos del planeta a plantear supuestas medidas que evitarán que el cambio climático mantenga la celeridad que ha adquirido hasta el momento. Sin embargo, es difícil predecir la efectividad de las medidas, considerando que algunas de éstas estarán implementadas recién el año 2020. A esto debemos sumar el complejo escenario político que podría entorpecer el establecimiento de un acuerdo global en materia ambiental.
La COP21 es una de las actividades organizadas por La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Esta convención fue aprobada el año 1992 por la ONU y representa el marco jurídico, bajo el cual se aprobó el Protocolo de Kyoto el año 1997. El objetivo perseguido en el protocolo y las subsecuentes actividades organizadas por la Convención, es reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, para prevenir los efectos sobre el clima. ¿Cómo se pretende lograr esto? Con un acuerdo global.
El protocolo de Kyoto fue un primer paso, el cual fue ratificado por 192 naciones. Sin embargo, en aquel momento, algunas de las potencias mundiales en cuanto a polución del ecosistema, no ratificaron el protocolo considerando al cambio climático como una falacia apocalíptica y pesimista. Afortunadamente, hoy existe conciencia sobre lo real del cambio climático y las desastrosas consecuencias que trae consigo, por lo que es imperativo contar con las voluntades políticas para alcanzar el objetivo definido por la Convención.
Considerando temas como flujos financieros, urbanismo sostenible, energía limpia, el papel de la naturaleza y la adaptación de las poblaciones al cambio climático, la COP21 permitirá establecer un plan centrado particularmente en las subvenciones de combustibles fósiles para ayudar a los países más vulnerables. También es primordial contar con apoyo para la innovación y la implementación tecnológica, de acuerdo a los lineamientos de la Convención.
Por ello, el Banco Mundial anunció en esta Conferencia, una iniciativa de 500 millones de dólares para ayudar a implementar planes de reducción de gases de efectos invernadero, en países en desarrollo. Adicionalmente, se plantean soluciones tecnológicas fomentando la alianza solar internacional de modo que al año 2030 exista un despliegue masivo y asequible de energía solar, y la reforestación de bosques para evitar la crisis climática en distintas partes del mundo.
No obstante, a pesar de las buenas intenciones, por el compromiso mostrado y el despliegue mediático, es indiscutible que el esfuerzo colectivo global para mantener los gases de efecto invernadero a un nivel seguro son relativamente insuficientes y tardíos, considerando que hemos vivido un aumento progresivo de la temperatura media del planeta desde fines del siglo XIX, alcanzando 0,74ºC más.
Como se mencionó en el cuarto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el año 2007 los niños de 10 años o menos habían presenciado los años más calurosos registrados en la Tierra.
Las predicciones indicarían que para el año 2100 la temperatura subirá a lo menos 1,8ºC (más de 4ºC en un escenario fatalista). Con sólo un aumento de 1,8ºC se produciría un cambio geológico tan radical, que presenciaríamos los registros más altos en la temperatura del planeta de los últimos 10.000 años. Veinte a 30% de las especies animales y vegetales estarán extintas.
El calentamiento trae consigo el derretimiento de los cascos polares. El nivel medio del mar ya subió entre 10 y 20 cm durante el siglo XX. Para el 2100 habrá entre 18 a 59 cm más. Menos hielo, menos reflejo de los rayos solares, se traducirán en mayor intensidad del calor. En la medida que existe menos hielo, menos agua de consumo habrá para el futuro. Los océanos llevarán consigo terrenos para vivir y de cultivo, además de agua para beber.
A esto ha de sumarse la explosión demográfica que sufre el planeta a nivel global y la demanda constante de energía, que será seguida de una escases de agua y alimentos, la cual ya se ha hecho latente en distintas latitudes.
Aun existe mucha incertidumbre sobre lo que tendremos que enfrentar. Algunos señalan que estamos cercanos a un punto de inflexión y que el cambio gradual que hemos iniciado entrará en un proceso totalmente acelerado e irreversible. Que el derretimiento de los casquetes favorecerá la liberación de metano contenido en el permafrost, el cual liberará energía fomentando aún más el calentamiento global.
Que la masa oscura en la cual se está convirtiendo nuestro planeta, absorberá cada día más la radiación del sol favoreciendo la expansión del continente azul profundo y eliminando registro del blanco de los hielos en la superficie del mar, porque ya no habrá tierra.
No obstante, hay certeza absoluta de que no tan sólo los líderes mundiales pueden hacer algo, y que como sociedad civil e individuos tenemos que actuar inmediatamente. Reciclar, reutilizar y sobre todas las cosas, reducir el consumo es nuestra consigna. Próximos a las fiesta de fin de año, regale futuro para usted y las futuras generaciones y evite la cultura del consumo. Recuerde que todo se traduce en una huella de carbono que cada día que crece, le reduce los días a la vida tal como la conocemos.