En Europa, en la década de los 70’s, nace la tradición de investigaciones en torno a las relaciones interpersonales entre pares en la escuela, enfocadas -principalmente- en la violencia escolar. Es en ese contexto que se conceptualiza y empieza a hablar de acoso escolar, o, su más conocido anglicismo, bullying.

El acoso escolar es definido como un acto de matonaje, hostigamiento, intimidación o abuso sistemático de un/a estudiante o grupo de estudiantes hacia otro/a que no puede defenderse, provocando maltrato, humillación o temor, a través de acciones, como, por ejemplo, insultos, robos, amenazas, aislamiento.

En suma, el acoso escolar es un fenómeno en donde existe imposición de un/a estudiante sobre otro u otros en base al poder, independiente de la forma en que se exprese: físico, social, emocional o psicológico.

Es necesario distinguir que el bullying se constituye como un tipo especial de dinámicas interpersonales que surgen al interior de la escuela y es común, dada la alta atención mediática que ha tenido este problema, que cualquier situación de violencia y/o agresión sea calificada como bullying. A pesar de que su conceptualización es controversial, existen acuerdos respecto a sus principales características. Primero, es un problema que se da entre pares; segundo, implica desequilibrio de poder; tercero, se da de manera sostenida en el tiempo y por lo tanto, no es una situación aislada de abuso; y cuarto, la víctima no tiene cómo salir de la situación de acoso.

El ciberbullying, por su parte, hace referencia al mismo proceso, pero que se realiza a través de redes sociales o medios de comunicación virtuales.

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