Desempleo juvenil, un problema mundial con causas particulares en cada país

Según las cifras de la OCDE, un 21,3% de los jóvenes trabaja y estudia, lo que arroja una primera diferencia respecto de economías más desarrolladas, donde los jóvenes que estudian y trabajan, alcanzan un 39,6% para el promedio OCDE y llegan al 50% en países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Noruega y Alemania.

Lunes 25 de marzo de 2019

Desempleo juvenil, un problema mundial con causas particulares en cada país
escrito por

Maritza Galindo Illanes, académica de Ingeniería Comercial Universidad San Sebastián

El desempleo juvenil es un problema de carácter internacional. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2017), los jóvenes representan más del 35% de la población desempleada del mundo, con 70,9 millones de desempleados entre 15 y 24 años.

Tal es la magnitud del problema que muchos autores afirman que el sector que más padece desempleo, subempleo e informalidad es el de los jóvenes, quienes además están expuestos a trabajos de mayor precariedad e inestabilidad, bajos salarios y casi inexistente protección social.

La importancia del desempleo juvenil radica en que sus altos niveles no solo son abrumadores para los jóvenes afectados, sino que perjudican al conjunto de la sociedad. Son muchos los investigadores que señalan en sus estudios que el desempleo juvenil es un problema social con consecuencias potencialmente graves: desencadena carreras delictivas, aumenta el riesgo del desempleo adulto, entre otros.

En Chile el desempleo juvenil, para la población entre 18 y 29 años, supera al de América Latina, aunque la informalidad para este grupo de población es mayor en el continente que en el país (OCDE, 2016). El organismo plantea que, si bien hay una menor inserción laboral de jóvenes en Chile, los empleos a los que acceden, representan condiciones de mejor calidad en términos de contratos y regulaciones normativas propias, respecto a derechos laborales.

La importancia del desempleo juvenil radica en que sus altos niveles no solo son abrumadores para los jóvenes afectados, sino que perjudican al conjunto de la sociedad.

La Octava Encuesta Nacional de Juventud (ENJ, 2015) declara en su informe: “La incorporación de las y los jóvenes al mundo laboral es progresiva y sus condiciones laborales van mejorando a medida que aumenta su edad. Sin embargo, y a pesar de tener un mejor nivel de educación que la población adulta, la búsqueda de empleo es una situación en la que se encuentra un porcentaje relevante de la población joven (15%), especialmente aquellos jóvenes de NSE bajo. Asimismo, se observa una importante brecha de género en el porcentaje de jóvenes que trabaja (hombres, 49%, y mujeres, 34%)”.

Cifras

En Chile existen cerca de 3,5 millones de jóvenes, de los cuales, un 42% señala encontrarse trabajando, un 15% desempleado y un 42% no trabaja ni busca empleo. Complementariamente, según las cifras de la OCDE del total de jóvenes, un 21,3% trabaja y estudia, lo que expresa una primera diferencia respecto de economías más desarrolladas, donde los jóvenes que estudian y trabajan, alcanzan un 39,6% para el promedio OCDE y llegan al 50% en países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Noruega y Alemania (Bravo y Kutsher 2016).

La importancia de esta diferencia está dada por la combinación de trabajo y estudio, la cual ha sido definida como crucial para asegurar que los jóvenes desarrollen habilidades y competencias requeridas en el mercado laboral, de modo que las transiciones de la escuela al trabajo sean más cortas y fluidas (Quintini, 2015), favoreciendo la inserción laboral juvenil y disminuyendo el desempleo.

Por otra parte, ocho de cada diez jóvenes chilenos dependen de su familia nuclear. En este sentido, diversos autores plantean la existencia de un cambio en el proceso de emancipación y autonomía de los jóvenes; pasando de un proceso lineal y acotado, a otro prolongado y complejizado, debido a la ampliación de los sistemas educativos, a los nuevos requerimientos de los sectores productivos y al bajo porcentaje de jóvenes que estudian y trabajan, postergando su autonomía e independencia.

Diversos factores

En este contexto, atendiendo la transversalidad del problema en el mundo, se hace necesaria la investigación en torno a los factores determinantes del desempleo juvenil en nuestro país y específicamente en nuestra  región.

En Chile existen cerca de 3,5 millones de jóvenes, de los cuales, un 42% señala encontrarse trabajando, un 15% desempleado y un 42% no trabaja ni busca empleo.

Muchos autores mencionan una relación entre desempleo juvenil y niveles de desarrollo económico de los países, que acompañados por más años de escolaridad promedio de su población, dan mayor valor o importancia a las redes relacionales.

Por otro lado, países más pobres atribuyen mayor importancia a políticas activas y pasivas de empleo para determinar la inserción laboral de jóvenes, entendidas como salario mínimo, flexibilidad de los mercados del trabajo, subsidios de empleo para jóvenes y servicios de intermediación laboral.

En países europeos como España, que han transitado por crisis económicas, el abandono escolar temprano o la sobre-calificación, representan las principales determinantes de desempleo juvenil. En países de América Latina, como Ecuador, Paraguay y Colombia, al igual que en países árabes, el género es una determinante del desempleo juvenil cobrando en los últimos años mayor relevancia. En cuanto al capital humano inicial, que considera habilidades y competencias de un joven para insertarse en un empleo, resulta también una determinante destacada, ya sea para países como Estados Unidos y España, como para Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Honduras y México.

Considerando lo anterior es importante que, desde nuestro contexto, se identifiquen las variables que determinan el desempleo juvenil y luego se evalúe cuál de ellas resulta impactar de mejor manera, con el fin de actuar de modo efectivo permitiendo de esta forma  disminuir el desempleo juvenil en nuestra región y país.

Vea el artículo en Diario Concepción

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