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Los beneficios de cambiar el cigarro por ejercicio físico
Estudios avalan que las sesiones cortas de ejercicio de intensidad moderada deben prescribirse como una manera de manejar el deseo compulsivo ante señales que incitan a fumar...
Miércoles 3 de junio de 2015
Según la Organización Mundial de la Salud el tabaquismo es una enfermedad adictiva crónica, ya que el tabaco contiene más de 4.000 sustancias con propiedades tóxicas, irritantes, mutágenos y carcinogénicas que van produciendo un efecto acumulativo que conduce a la aparición de enfermedades no transmisibles (ENT), enfermedades de larga duración, lenta progresión, que no se resuelven espontáneamente y que rara vez logran una curación total. Dentro del grupo de ENT destacan las enfermedades cardiovasculares (ECV), el cáncer y las enfermedades respiratorias crónicas.
En nuestro país el tabaquismo se ha convertido en un grave problema de salud pública, por esta razón la Ley del Tabaco 20.660, que entró en vigencia el 1 de marzo del 2013, apunta a regular y controlar su consumo, junto con tomar las medidas preventivas para disminuir el número de adictos y la tasa de fumadores pasivos.
Hay un sinnúmero de tratamientos para el tabaquismo, dentro los principales se encuentran los fármacos, reemplazo de nicotina y tratamientos conductuales, pero es poco conocido el efecto que posee el ejercicio físico, el cual debe ser considerado como una estrategia útil para dejar de fumar, ya que reduce drásticamente el deseo y los síntomas de abstinencia.
Estudios avalan que las sesiones cortas de ejercicio de intensidad moderada deben prescribirse como una manera de manejar el deseo compulsivo ante señales que incitan a fumar, además previene el estrés o la ansiedad de los que intentan dejar de fumar, reduciendo la alteración del sueño típico de esta fase.
Otros beneficios del ejercicio físico para el fumador son: aumenta el transporte de oxígeno al cerebro; ayuda a consumir calorías y mantiene el peso ideal; mejora los niveles de colesterol y presión arterial; produce distracción para no recordar el tabaco; elimina la tensión y ansiedad que produce dejar de fumar; disminuye el estado de irritabilidad y mejora el estado de ánimo controlando y previniendo la depresión.
Para comenzar a realizar actividad física se aconseja ejercicio aeróbico de larga duración (desde 20 minutos) una o dos veces a la semana, intensidad leve a moderada (60-70% de la frecuencia cardiaca máxima) y de bajo impacto. Las actividades de preferencia deben ser caminar, nadar y andar en bicicleta, las que tienen el potencial de aliviar el deseo de fumar. Además considerar que son más efectivos aquellos programas de ejercicio físico que se realizan en grupo y bajo la supervisión de un especialista en actividad física, ya que debe ser individualizado para que la persona se adapte a los cambios que se irán presentando.
El ejercicio físico, sin duda, debe incluirse en programas para dejar de fumar, ya que ayuda al abandono del mal hábito, además de poseer un efecto protector sobre aquellas enfermedades que aquejan a los fumadores y, por ende, su calidad de vida mejorará.