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¿Sabías que una dieta alta en grasas saturadas afecta al cerebro?
Investigación de la Dra. Eugenia Morselli de la Facultad de Medicina y Ciencia USS señala que una dieta alta en grasas saturadas cambia la composición de lípidos en el cerebro, generando diversas consecuencias negativas en el organismo.
Martes 17 de mayo de 2022
La obesidad causada por mala alimentación se asocia a diversas patologías, en especial enfermedades metabólicas no hereditarias como la Diabetes Mellitus tipo 2, Hígado graso o Hipertensión arterial.
La Dra. Eugenia Morselli, investigadora de la Facultad de Medicina y Ciencia de la U. San Sebastián, investiga de qué manera esto afecta a nuestro organismo, especialmente al cerebro. Explica que las dietas altas en grasas provocan una acumulación de ácidos grasos saturados en el hipotálamo, la región del cerebro donde se regula el equilibrio de la ingesta de alimentos. Al estudiar las consecuencias de esto en modelos animales, con foco en los receptores de estrógeno, la Dra. Morselli descubrió que la acumulación de ácidos grasos se da en mayor medida en machos respecto a las hembras, provocando una mayor respuesta inflamatoria y mayor resistencia a la glucosa.
¿Por qué se produce esta diferencia? "Logramos ver muy claramente que ciertos ácidos grasos estaban afectando y alterando el proceso de autofagia celular en las neuronas del hipotálamo". Esto es clave, ya que la autofagia es un proceso por el que las células pueden degradar y 'reciclar' componentes dañados o tóxicos para generar energía y prolongar su vida; una suerte de sistema digestivo que mantiene a la célula viva y en equilibrio. Cuando la autofagia falla, las moléculas tóxicas aumentan y se pueden producir enfermedades como Parkinson, Alzheimer, Diabetes tipo 2 y Cáncer.
"Hemos visto que los ácidos grasos saturados acumulados en el hipotálamo inhiben la autofagia", afirma la Dra. Morselli, explicando que es a través de la autofagia que las neuronas del hipotálamo pueden regular nuestra ingesta de alimentos y la sensación de hambre o saciedad.
Se ha observado además que la inhibición de la autofagia genera resistencia a la insulina y altera la captación de glucosa en estas neuronas. Este es el foco de un proyecto Fondecyt Regular que actualmente dirige la investigadora, que busca entender el papel de la autofagia en la captación de la glucosa a nivel neuronal, cómo esto ocurre y cómo se relaciona con la regulación de la saciedad y el hambre.
Estudios complementarios
La Dra. Morselli trabaja en otro estudio enfocado en el cilio primario, una suerte de “antena” sensorial que se encuentra en la superficie de la mayoría de las células actuando como sensor y transmisor de señales entre la célula y su exterior. "Hay una conversación entre el cilio y la maquinaria autofágica, donde a través del cilio se puede controlar la autofagia y viceversa.
"Lo que vemos es que, como consecuencia de la presencia de ácidos grasos, las células pierden este cilio, lo cual afecta su respuesta autofágica y, nuevamente, se genera una resistencia a la insulina ya que los receptores de insulina se encuentran a nivel del cilio", señala. Esta resistencia, agrega, afecta la ingesta de alimentos haciendo que las personas coman más.
Estos resultados se han obtenido a nivel de ciencia básica con cultivos celulares, pero se han observado de manera similar en animales, y permiten visualizar múltiples implicancias en la salud humana y nuestra relación con los alimentos.
Estos estudios, y su continuación en seres humanos, permitirán a largo plazo generar mayor conciencia en la población respecto a lo que elegimos comer. Al respecto, la docente agrega que "a largo plazo se abre también la posibilidad de encontrar un fármaco que pueda ir modulando las vías de señalización que estamos estudiando".