El cultivo de la Filosofía como disciplina orientada a la reflexión acerca del hombre y la realidad, y por extensión a la cultura, ha estado presente desde el nacimiento de las universidades en la Edad Media y más aún desde los remotos antecedentes de la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles.

Bajo esa premisa es que la Universidad San Sebastián –al alero de la Facultad de Psicología– dio origen al Instituto de Filosofía, cuyo objetivo central es fortalecer el desarrollo de esa ciencia como disciplina al interior de la Universidad, aspirando a ser un referente académico de excelencia, abierto al diálogo fecundo y a la formación de los humanistas del futuro, a partir de tres ejes centrales: la antropología, la ética y la filosofía política.

Así, su misión consiste en el cultivo de la filosofía a través de la docencia, la investigación, la vinculación con el medio y la extensión, en diálogo interdisciplinario permanente y abierto con la fe, la ciencia, la técnica y la cultura, formando personas dispuestas a buscar y promover el bien, la verdad y la belleza.

Su director es el doctor en Filosofía por la Universidad de Osnabrück, Eugenio Yáñez, quien puntualiza que “la filosofía es una invitación a los alumnos a pensar, a reflexionar sobre sí mismos y sobre los grandes desafíos que enfrenta la sociedad, y por cierto nuestro país. En virtud de ello, este Instituto se define como una instancia de “filosofía práctica”, habida cuenta que los filósofos han estado ausentes de las grandes discusiones públicas, en especial las llamadas “valóricas”. Temas como la educación, la cultura, la defensa de la vida, la familia, la vida universitaria, la democracia o la economía, no son ajenos a la reflexión filosófica. Por el contrario, desde la filosofía se puede aportar a dichos temas”.

El Dr. Yáñez plantea que, en definitiva, a partir del quehacer del Instituto se realizará “un aporte a la formación de sus estudiantes, pero también a la discusión de los grandes problemas y desafíos que enfrenta nuestra sociedad. Todo, desarrollado en cuatro ámbitos de acción: la formación de pregrado, a través de cursos en los ámbitos de la ética, la antropología o la formación pública; la enseñanza de postgrado, materializada en programas de diplomados y/o Magíster; la investigación, por medio de la elaboración de artículos indexados en revistas especializadas y la publicación de libros; y la extensión, que apunta en dos sentidos: vinculación con el medio y responder a los grandes desafíos –valóricos, políticos, culturales, económicos, etc.– que presenta el país”.