Productividad en salud: un aliado para las listas de espera

Viernes 14 de octubre de 2022

escrito por

Arturo Zúñiga, director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Salud U. San Sebastián.

Cada trimestre vuelve al ruedo el debate sobre las listas de espera en salud. Pocos se percatan, no obstante, que con igual periodicidad se publica el informe de gestión presupuestaria y asistencial del Ministerio de Salud. Este reporta los niveles de producción hospitalaria (número de consultas de especialidades médicas, cirugías y egresos), es decir, acciones del personal de salud en favor de las personas y que les permiten, en distintos grados, recuperar su bienestar físico, mental y social.

¿Por qué es importante observar conjuntamente estos dos indicadores? Porque mientras más cirugías o consultas se realicen en un hospital, menores serán las listas y tiempos de espera.

El informe del segundo trimestre de este año indica que aún no alcanzamos el nivel de actividad hospitalaria previo a la pandemia. Por tanto, realizamos menos consultas de especialistas y menos cirugías, aun cuando la cantidad de recursos y de personal es mayor. Si bien la pandemia afectó su funcionamiento, lo cierto es que estos problemas los venimos enfrentando por años.

La Comisión Nacional de Evaluación y Productividad publicó en el 2017 que en Chile se realizaban solo 3,3 cirugías diarias por pabellón, a diferencia de Inglaterra donde el promedio es de 5,1. Pero, si se analiza por hospital, hay algunos establecimientos que hacen menos de 2 y otros más de 4, es decir, el doble. Situaciones similares ocurren con la estadía promedio de los pacientes (comparando cirugías de igual complejidad) y con la cantidad de consultas por box, entre otros indicadores.

Lo anterior da cuenta de que, con el mismo presupuesto asignado, algunos hospitales atienden al doble de personas en listas de espera que otros. Esto implica que hacen un mejor uso de sus pabellones, gestionan de mejor manera a sus equipos y los recursos asignados, lo que se traduce en menores tasas de suspensión de cirugías o de pacientes que no se presentan a sus citas. Es decir, se puede.

Entre enero y septiembre de 2019 hubo centros de salud que mejoraron fuertemente sus indicadores, como los hospitales del Salvador, de Iquique, de Ovalle y el Instituto de Neurocirugía, los que bajaron sus estadías promedio en más de 10%. Asimismo, en los hospitales Sótero del Río, Gustavo Fricke, de Calama, de Castro y de Angol los egresos aumentaron más de 10% en comparación con mismo periodo del año anterior.

Para que estos cambios sean sostenibles en el tiempo, se requieren modificaciones más profundas. El Colegio Médico planteó en 2017, que se deben incluir “garantías de tiempos máximos de espera asociadas a mecanismos concretos para su cumplimiento (por ej. sanciones a los prestadores o el uso de segundos prestadores cuando un recinto no tenga la capacidad de dar respuesta)”. Según indica el documento, las que se enfocan en aumentar la oferta, como compra de servicios o aumento transitorio de recursos públicos tendrían escaso efecto.

En la actual discusión sobre la Ley de Presupuesto 2023 y, considerando las graves consecuencias de la pandemia, sería propicio partir al menos con que la entrega de los recursos al sector salud viniese acompañada de compromisos trimestrales vinculantes, sobre la cantidad consultas de especialistas, cirugías y egresos por cada hospital, que se condiga con el aumento de recursos considerado para cada recinto asistencial.  

La ministra de Salud definió que su prioridad sería las listas de espera. Aquí podemos encontrar una colaboradora implacable: La eficiencia en el uso de los recursos.

 

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