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Aumento del consumo de alcohol: el otro efecto de la pandemia
Como un instrumento para mitigar la ansiedad y el estrés, el consumo problemático de alcohol es una realidad que los propios afectados tardan en reconocer y que puede dañar las relaciones al interior de las familias.
Martes 7 de julio de 2020
Bastar mirar las redes sociales para darse cuenta de que la venta de tragos durante la pandemia se ha transformado en la opción de muchos para generar recursos. Y si bien puede ser una buena vía para cubrir las necesidades de una familia, esconde un lado negativo: el preocupante aumento en el consumo de alcohol.
El encierro, los altos niveles de estrés e incertidumbre pueden gatillar un consumo problemático. El psicólogo Andrés Córdova, académico de la Universidad San Sebastián, dice que, aunque no hay datos que reflejen esta realidad, sí se podría suponer un alza del consumo durante la cuarentena. Lo anterior se explica por la normalización del alcohol en la sociedad chilena y porque la población lo utiliza con distintos fines como pasar un buen rato o, simplemente, para irse a dormir.
En estos meses de tanta tensión y distanciamiento físico se han generado “ruptura de relaciones sociales, quiebre de la percepción de pertenencia, inactividad, mucho tiempo libre solo o con la familia y un cambio brusco de muchos ámbitos de la vida personal”, apunta el psicólogo Rodrigo Venegas, académico de la carrera de Psicología de la USS.
Ese contexto obliga a hacer un gran esfuerzo de adaptación personal “colocando al máximo los mecanismos de ajuste psicológicos al cambio y a la incertidumbre”. De este modo, el consumo de alcohol y otras sustancias pueden aparentemente mitigar la ansiedad, el estrés e incluso los cuadros de depresión. No obstante, es solo una ilusión. Rodrigo Venegas dice que luego de un alivio temporal de la sensación de estrés o ahogo, la inquietud y los pensamientos obsesivos vuelven a aparecer a veces con mayor fuerza.
Preocupante o no preocupante
Una de las dificultades de los bebedores es que pocos reconocen que tienen un problema con el alcohol. La sensación de que pueden manejar la situación es común y muchas veces las personas que los rodean son quienes advierten el riesgo.
Venegas indica que aquellos que “se consideraban ‘bebedores sociales’, que solo en happy hours y otras actividades sociales consumían alcohol para aumentar la sensación de ‘bienestar’, han descubierto, o bien sus familiares, que no pueden dejar de consumir y que tienen un grado de dependencia significativo”.
Su colega Andrés Córdova agrega que “es importante observar si nuestras relaciones están siendo afectadas por el consumo de alcohol, si estamos abandonando otras formas de resolver nuestros problemas o estrategias para disfrutar y relajarnos. Estas señales son importantes para anticiparnos ante un eventual consumo problemático”.
Indica que se debe tener en consideración que el encierro restringe las posibilidades de disfrutar, limita las relaciones, profundiza la soledad si la persona vive sin compañía e incluso puede profundizar los conflictos preexistentes al interior de las familias. “En este escenario, el alcohol puede ser lo más disponible o la forma más rápida con la que creemos que podemos enfrentar nuestros problemas”, lamenta Córdova.
Aumentar el bienestar sin alcohol
Como el consumo de alcohol es una forma equivocada de enfrentar el malestar que se siente en este período tan complejo, es necesario preguntarse qué estamos haciendo por aumentar el bienestar. “Existe una alta probabilidad de ansiedad y angustia ante este escenario, porque nos enfrentamos a lo incierto y eso genera la experiencia de perder el control y sentir mayor vulnerabilidad”, plantea Córdova.
Entonces, añade, tenemos que pensar qué es lo controlable por nosotros en estas circunstancias y desde ahí generar estrategias. “Por ejemplo, organizar hitos en el día, incorporar momentos de pausa para hacer ejercicios físicos o meditación, generar momentos para compartir en familia, distribuir tareas en el espacio compartido, etc.”.
El académico dice que necesitamos recuperar la confianza en nuestra propia capacidad de manejar la crisis sanitaria, sin perder de vista que estamos en un escenario cambiante. Preguntarnos por el bienestar no es fácil, pues las características de la sociedad nos han llevado a desconectarnos de este aspecto de nuestra vida, ya que muchas personas se han centrado solo en el trabajo o en el rendimiento académico de los hijos. “Si esa ha sido la experiencia, hoy carecen de alternativas para potenciar el bienestar y es necesario que se reconecten con aquellas necesidades que permiten el bienestar, así como con aquellas estrategias que alguna vez nos permitieron potenciar el bienestar, o bien crear nuevas estrategias”.
El académico de la USS finaliza diciendo que debemos recordar que el bienestar no es ausencia de conflicto, “es aprender a sobrellevar el conflicto, porque es parte de nuestra vida”.