- Usted está en:
- Portada / Actualidad
¿Es posible una receta electrónica con código de barras en Chile?
Muchas son las dudas que pueden ser despegadas a través de la receta electrónica: ¿De qué se enferman los chilenos? ¿Qué fármacos toman? ¿Por qué en un recinto asistencial se compra un tipo de medicamentos y en un consultorio se adquiere otro? ¿Se está asegurando la bioequivalencia?
Viernes 25 de agosto de 2017
Hacer un seguimiento del paciente, sus recetas y tratamientos hoy es prácticamente imposible en el país, por eso la idea de una receta electrónica con código de barras que permita realizar toda esta trazabilidad toma cada vez más fuerza en el Ministerio de Salud (Minsal). A ello se suma la generación de los sistemas informáticos que permitan cruzar datos para potenciar la vigilancia sanitaria.
La idea es mejorar la prescripción de los medicamentos y la seguridad para los pacientes, conocer que fármacos consumen los chilenos y si cumplen con sus tratamientos. Asimismo, su implementación también puede aportar a la lucha contra la automedicación y al control de las reacciones adversas.
Al respecto, el asesor técnico del Departamento de Políticas y Regulaciones Farmacéuticas de Prestadores de Salud y Medicinas Complementarias de la Subsecretaría de Salud, Jorge Cienfuegos –planteó- en el marco de un congreso de estudiantes de Química y Farmacia de la USS, que el objetivo es “construir un sistema de información integrado que permita elaborar y corregir políticas públicas”.
Actualmente hay recetas manuales en el ámbito del expendio en farmacias y también a nivel asistencial. Sin embargo, Cienfuegos señaló que esta última se asemeja a una “orden médica y los datos están en una ficha electrónica que maneja el profesional, pero no figura en el resto del sistema de salud”.
También precisó que es usual que personas lleguen a las farmacias con recetas “permanentes” que no existen e incluso las traen plastificadas para pedir medicamentos sin un control periódico de su tratamiento. Además, se produce el problema de las recetas poco legibles, lo que genera confusión en los pacientes y los químicos farmacéuticos.
En ese sentido, el académico de la carrera de Química y Farmacia de la Universidad San Sebastián, Jaime Sasso, puntualizó que se puede controlar todo el proceso o comenzar por algunos medicamentos.
En su opinión “hay que partir por modernizar la receta cheque (formulario para prescribir estupefacientes y psicotrópicos) porque son los que presentan mayor riesgo para la población y después hacerlo con la receta retenida con control de stock (que queda archivada en las farmacia o centros de salud) y que es única para cada producto”.
Junto con esta definición los expertos también creen que es necesario resguardar la seguridad de los datos personales.
Por eso, Cienfuegos indicó que dentro el modelo que está evaluando la autoridad sanitaria se incluye “la confidencialidad de los datos, además de estándares de seguridad de la información que se entregará al Minsal y que irá a un servidor central, donde se hará el proceso de recopilación y validación de estos antecedentes”.
Respecto a este punto, Sasso coincidió en que la información que se va a canalizar “es muy sensible y por eso el Ministerio de Salud tiene que abogar por el control total el proceso”.
¿Código único?
El docente de la USS aseguró que se puede colocar un código de barra en cualquier tipo de receta ya que “teniendo un modelo único se puede extrapolar a los distintas opciones de prescripción de medicamentos” para mantener un control de stock y saber que fármacos se están vendiendo.
“Todos los medicamentos tienen un código de barra y lo que habría que hacer integrar el código del producto que se dispensa o comercializa al sistema de prescripción y así hacer el cruce de información, para no trabajar con tres o más códigos distintos”, explicó Sasso.
Además acotó que “las guías clínicas del Minsal muchas veces entregan alternativas de tratamientos farmacológicos y con la receta electrónica, también se podrían ver conductas de prescripción de los médicos y evaluar costos y efectividad de las terapias”.
No obstante, el académico dijo que hay que despejar el tema de la prescripción por principio activo o por marca comercial en las recetas.
“Si es por marca y el principio activo está en el listado de bioequivalencia, el médico está obligado a colocar también el nombre genérico (Denominación común Internacional, DCI). Ahora si se prescribe por nombre genérico, hay que saber si se está dispensando por el medicamento de referencia y considerar todas las alternativas que existen para que pueda haber un control de stock”, argumentó el académico.
En tanto, Jorge Cienfuegos puntualizó que “para integrar un sistema de código de barras se necesitan recursos importantes no sólo por parte del Estado sino también de la industria”.
Sin embargo, manifiestó que se puede explorar “el uso de códigos QR para acumular información y saber si lo que se está dispensando es lo mismo que prescribió el médico, aunque eso no hace que se termine el mercado negro o la automedicación de las personas”.
Además enfatizó que es importante educar a la población y “enseñarle a la gente que no da lo mismo cómo y dónde adquiere un fármaco. Esto junto con el tema de la fiscalización, pero el Estado no puede hacerlo todo y por eso hay que pensar en un ciudadano activo e informado”.