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Atención de salud: ¿Entendió lo que dijo el médico sobre su tratamiento?
Muchas veces ocurre que la indicación entregada por un profesional de la salud, se nos olvida minutos después de abandonar la consulta, porque no la comprendimos. Las diferencias que puede tener la evolución de un paciente que se hace auto responsable de su cuidado con otro que no entiende la información proporcionada, son abismales. Organismos como la UNESCO apuntan a mejorar los niveles de alfabetización en salud.
Miércoles 31 de diciembre de 2014
Paula Cordero se tituló este año como enfermera de la Universidad San Sebastián. La joven realizó su internado en el Centro de Salud Familiar de Colina, estando ahí la profesional se dio cuenta de que uno de los mayores problemas que tienen los pacientes es la poca comprensión de las instrucciones que reciben por parte de los médicos, y sobre todo de lo que dicen las recetas.
Su internado en el consultorio duró cuatro meses y en ese período pudo ver casos de personas que vivían solas, que no sabían leer ni escribir, por lo que no podían tomar adecuadamente sus medicamentos. Como consecuencia de ello, se afectaba la adherencia a su tratamiento, generándose la descompensación de su enfermedad.
Para esta joven profesional "no basta sólo con entregar información al paciente, hay que educarlo, sino el tratamiento no sirve para nada", señala.
Al respecto, la enfermera relata que el tiempo que estuvo en el consultorio junto con atender a los pacientes, también conversaba con ellos. "Les explicaba porque se tenían que tomar los remedios, cuáles eran las causas que producían las enfermedades e incluso hablaba con los familiares. Si va un caballero hipertenso de 67 años y me dice que le gustaría comer menos sal pero no puede porque la esposa es la que cocina, entonces ¿de qué me sirve a mi decirle al caballero que coma menos sal?, es ahí que le dices al caballero que venga al otro control con su señora, porque si no ¿para qué estamos haciendo esto?".
Sobre la base de estas intervenciones esta joven profesional se dio cuenta qué podía influir de mejor manera en los diagnósticos de las personas. "Lamentablemente no tengo el tiempo, ni las capacidades para enseñarle a leer, pero si a identificar los medicamentos que tiene que tomarse a través de las marcas en un calendario o ayudando a colocar los remedios en un pastillero".
Informar no es educar
Este diagnóstico no sólo se circunscribe a Colina, es una situación que se replica en distintos centros de salud del país sin distinción entre sistema público y privado y está relacionada con el hecho de que los médicos y los profesionales de la salud hablan en una jerga muy técnica, que no siempre es comprendida por el ciudadano.
Chile avanza a paso acelerado a un país con alta tasa de población adulto mayor, con enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes, por lo tanto es muy importante que las personas puedan ser responsables de su autocuidado.
Mary Guinn Delaney, asesora regional de la UNESCO, sostiene que "muchas veces los y las profesionales de salud se enfocan en entregar información a sus pacientes, pero no disponen del tiempo para trabajar con ellos para asegurar que la comprendan bien para así asegurar un seguimiento adecuado y un manejo independiente de las recomendaciones o tratamientos".
No obstante, la experta agrega, que además del acceso a la información, las personas necesitan que se les ayude a entender los temas de salud. "Su capacidad de entender y evaluar lo que significa esa información en sus propias vidas, la de sus familias y su comunidad, a fin de tomar acciones para mantener o mejorar su salud, depende de muchos otros factores. Entre ellos, figuran las capacidades cognitivas, los niveles socioeconómicos y educativos, la autoestima, la auto-eficacia y recursos de varios tipos. Aunque la responsabilidad personal es de importancia fundamental para el manejo de la salud, en algunos casos los factores que limitan la capacidad de asumir esta responsabilidad van más allá de lo individual, por lo tanto requieren un abordaje más integral".
Delaney advierte que "la educación es un factor protector en todos los países del mundo. En todos contextos - desde los más desaventajados hasta los más prósperos-, hay evidencia que documenta el impacto directo e inmediato de la educación en las mejoras en la salud. Hay evidencia contundente de muchas partes del mundo que indica que los niveles de educación tienen un impacto medible y positivo en el estado de salud, tanto a nivel individual como social. Una persona (o una sociedad) que entiende sus problemas de salud, los pasos que hay que seguir para abordarlos, y que tiene una red adecuada de apoyo personal, social y médico, presenta indicadores más positivos que aquellos en que no hay interés o que se no se preocupa por tomar los pasos hacia una vida más sana".
La experta de la Unesco indica que "el concepto de la alfabetización en salud incluye no solamente la información a la que una persona puede acceder sobre un tema específico de salud, sino la capacidad de entenderla, evaluarla y aplicarla, tanto en la vida personal como en el contexto familiar y social".
Delaney explica que "los cambios de comportamiento – sean personales o sociales – pueden ser muy difíciles de generar, pero los países que han usado instrumentos de políticas públicas para limitar ciertas prácticas (por el prohibir el fumar en lugares públicos, insistir en las colaciones sanas en los colegios) han logrado avances con indicadores concretos. Ahora nos toca innovar con políticas públicas, servicios y educación social que priorizan y apremian no solo la ausencia de enfermedades, sino la búsqueda activa del bienestar".
Por su parte, el ex ministro de Salud y actual director de Instituto de Políticas Públicas en Salud de la U. San Sebastián (IPSUSS), Jaime Mañalich, afirma que "culturalmente nosotros hemos ido migrando desde una cultura paternalista a una relación mucho más simétrica y eso está reflejado en la Ley de Derechos y Deberes de los Pacientes, en donde se obliga a los doctores a informar, a pedir consentimiento en un lenguaje que la gente entienda".
Añade que "la medicina no es ajena a una evolución cultural donde las personas son mucho más conscientes de sus derechos, por lo tanto a la hora de hacerlos efectivos deben tener mecanismos que les permita entender de que se les está hablando. La dimensión del autocuidado, de la prevención, requiere una proactividad de parte de los pacientes que es vital para el pronóstico. En la medida en que el paciente entiende mejor, su pronóstico es más favorable".
Mañalich grafica esta situación con el siguiente ejemplo: "Si yo tengo un paciente que requiere insulina 3 veces al día, no puede estar llamando 3 veces al día al médico tiene que aprender a medir los niveles de azúcar. Si un paciente no entiende la receta ni los efectos de la receta y se confunde, los riesgos que esa persona corre son muy complejos. Alfabetismo sanitario no significa hacer clases de medicina, sino actividades concretas de entrega de información y capacitación".