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La neurociencia en el marketing y en la política
Las neurociencias explican el funcionamiento de las células nerviosas en la producción de las conductas, aprendizajes y, en la relación con la psiquis y el comportamiento. En ese entendido, el conocimiento que entrega supera lo circunscrito por lo científico para llegar al marketing e, incluso, a la política.
Jueves 5 de noviembre de 2015
En general, cuando se habla de educación, la opinión pública centra el debate en el modelo a implementar en regiones o países, o al enfoque conductual de los menores en las salas de clases. Sin embargo, a la hora de mejorar la enseñanza, el tema se vuelca a lo científico por ejemplo, al introducir el conocimiento de las neurociencias a las rutinas diarias: prácticas establecidas por la neurociencia para mejorar el aprendizaje.
De esa manera, el ejercicio físico promueve la conexión de las neuronas y la neuroplasticidad necesaria para absorber conocimientos nuevos, y mantener en buena forma los ya adquiridos.
También los hábitos alimenticios y una dieta equilibrada son fundamentales para evitar el desgaste de los neurotransmisores. Junto a eso, lo que ha sido más revelador de los últimos estudios neurológicos, ha sido la importancia del sueño para fortalecer lo aprendido, tanto en cantidad como en calidad.
Neurociencia en la política:
Lo anterior da la sensación de que la medicina tiene casi todo resuelto en cuanto a cómo entender al cerebro lo que, eventualmente, podría llevarnos a conocer mucho mejor la forma en que podemos cautivar a las personas con acciones o discursos que afecten determinadas zonas cerebrales.
Es por esto que actualmente la “neuropolítica” ha tomado tanta importancia en ciertos países; consultoras que conectan aspectos conductuales de las personas y las neurociencias, generan directrices para eventualmente, los candidatos utilicen al cautivar a sus lectores de una manera más eficaz.
Sin embargo, esta tendencia no es avalada por todos los especialistas del área y hay quienes han denominado esto como ciencia basura porque, en definitiva, no hay manera de saber cómo influir en ciertas áreas del cerebro.
Hay quienes sustentan la “neuropolítica” en algo que surgió hace mucho tiempo y que es más cotidiano que lo anterior: el neuromarketing, que se traduce a las estrategias comerciales basadas en el actuar de las personas que, en definitiva, llevan a que gasten más en base a la distribución de los productos (entorno) y herramientas (carro de compras).