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Calentamiento global y el impacto en la salud sexual y reproductiva
Estamos enfrentando uno de los veranos más calurosos de la historia, registrado 0.72 grados Celsius por sobre el promedio del siglo XX. Las actividades humanas que favorecen la contaminación afectan las condiciones climáticas de la tierra, incrementando los gases de efecto invernadero en la atmósfera y originando este calentamiento global, que ha traído severas repercusiones en la salud de las personas.
Martes 17 de febrero de 2015
¿Cómo impacta este calentamiento global sobre la salud sexual y reproductiva? Los eventos meteorológicos extremos han afectado el ciclo reproductivo de muchas especies de la escala evolutiva y sin duda están afectando la reproducción humana. La exposición al calor directo, sobretodo, en las zonas con mayor radiación, alteran la adaptación de las mujeres a la gestación y al curso de ésta.
Las toxinas ambientales tales como óxidos de nitrógeno y clorofluorocarbonos, se han reconocido como desestabilizantes endocrinos y con serios efectos adversos en el embarazo, la fertilidad, las disfunciones sexuales y el desarrollo puberal. Una publicación de la Universidad de Harvard demostró que una mayor exposición de las embarazadas a las partículas finas de la contaminación atmosférica contribuyó al riesgo de los trastornos del espectro autista.
El cambio climático afecta las condiciones básicas de vida necesarias para una población y las mujeres más pobres son las más afectadas y vulnerables, pues a menudo son las responsables de disponer del agua y del combustible, insumos cada vez más escasos. Así, frente a los desastres naturales asociados a los disturbios climatológicos, son las jóvenes quienes frecuentemente dejan de estudiar para ocuparse de la familia o para acceder a ingresos adicionales. En este círculo vicioso enfrentan mayores riesgos de embarazos precoces, no deseados o de alto riesgo.
Se ha argumentado que la desaceleración del crecimiento de la población es necesaria para reducir alzas en las emisiones de carbono. Sin embargo, 215 millones de mujeres alrededor del mundo tienen una necesidad insatisfecha de anticonceptivos. Se ha calculado que por cada siete dólares que se gasten en programas de control de la natalidad en las próximas décadas, se reduciría en más de una tonelada las emisiones de dióxido de carbono mundial.
La generación de gente joven más numerosa está entrando a su edad reproductiva en el planeta. Es fundamental la educación y la prestación de servicios de salud sexual y reproductiva hacia ellas, para incrementar la capacidad de hacer frente al cambio climático, sobretodo, en las áreas geográficas más afectadas.