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Depresión postparto
En muchos casos suele asumirse que se trata de cambios emocionales normales y no de depresiones, especialmente cuando su aparición es tardía respecto del parto, o porque el/la profesional está centrado/a en la salud física, más que en la salud mental de la mujer.
Lunes 5 de octubre de 2015
Los trastornos depresivos son un grupo de enfermedades bastante frecuentes en la población general. El riesgo de padecerlos es dos veces mayor en las mujeres respecto de los hombres, con una prevalencia a lo largo de la vida de 10 a 20%. Estos trastornos depresivos pueden presentarse en cualquier momento de la vida de la mujer, pero son más frecuentes durante el período reproductivo.
El puerperio, etapa que transcurre posterior al parto, es un período complejo en el cual el riesgo de desarrollar trastornos depresivos es elevado, especialmente porque la mujer está sometida a importantes cambios hormonales y físicos, y a un gran número de factores ambientales generadores de estrés como la lactancia, los temores de la crianza, las transformaciones en la relación de pareja y en la estructura familiar.
Así, la depresión postparto (DPP) se trata de un trastorno moderado o severo que por lo general empieza cerca de los tres meses posteriores al nacimiento, pero en la práctica clínica, puede tener su inicio durante un lapso más extenso que comprende desde la gestación hasta un año post parto.
En el cuadro clínico de la DPP se puede observar la presencia de tristeza, pérdida de la capacidad para experimentar placer, cambios en el sueño y en el apetito, cansancio físico, falta de concentración, desesperanza y culpa relacionadas comúnmente con el cuidado del hijo/a. Algunas de estas manifestaciones habitualmente no se diagnostican, porque en muchos casos suele asumirse que se trata de cambios emocionales normales y no de depresiones, especialmente cuando su aparición es tardía respecto del parto, o porque el/la profesional está centrado/a en la salud física, más que en la salud mental de la mujer.
La DPP es un trastorno grave que ocasiona enorme sufrimiento tanto a la mujer como a su entorno, además de deteriorar en forma importante la calidad de vida de la madre como la de su hijo/hija. Existe evidencia de efectos negativos a corto plazo que la PPD genera en aspectos conductuales, cognitivos y relacionales de los niños/niñas.
Se han encontrado índices de 8 a 30% de DPP, observándose cifras tres veces más alta en los países en vías de desarrollo. En Chile, los estudios han informado valores de 10 a 50%, con variaciones de acuerdo al nivel socioeconómico de la mujer. Así, un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica y el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad, mostró que las depresiones previas y eventos familiares traumáticos pueden predecir la depresión durante y después del embarazo. Además, que los hijos/as que se gestaron de mujeres con depresión tienen una mayor frecuencia de llanto a un volumen más alto y tienen mayor predisposición al estrés.
La maternidad proporciona sentimientos, emociones y experiencias muy intensas pero, también exige un esfuerzo de adaptación, una disposición y ánimo para afrontar esta etapa de manera positiva y saludable, así como un entorno favorable y red de apoyo. De ahí que los trastornos en el estado de ánimo posterior al parto son una fuente de creciente investigación hoy, e incluso considerados como un problema de salud pública. Existe un especial interés en su diagnóstico y tratamiento tempranos con el fin de poder iniciar un tratamiento integral y evitar o limitar sus potenciales secuelas.