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Identidad de género y sexual más allá de lo biológico
Debemos fortalecer programas educativos transversales con una formación coeducativa desde la prebásica, de tal forma de eliminar los estereotipos sexistas y elementos discriminatorios sobre niños y niñas.
Miércoles 1 de abril de 2015
Cuando nacemos somos clasificados como niños o niñas y cuando crecemos adquirimos la categorización social de hombre o mujer. Los aspectos biológicos que traemos -patrón de cromatina sexual, gónadas, perfil de hormonas sexuales y apariencia sexual externa- definen y diferencian nuestros aspectos reproductivos pero no expresan las diferencias de los aspectos conductuales o de roles que la sociedad nos va asignando como masculino o femenino, lo que va conformando en parte nuestra identidad de género.
En la sociedad occidental, los estereotipos asignados a los varones y a las mujeres han sido difíciles de cambiar. Entre otros, los hombres visten de celeste, no lloran, son rudos y proveedores, mientras que las mujeres visten de rosado, son dependientes, sumisas, emocionales y maternales.
Pero estas guías de comportamiento social son de estructura rígida y excluyente, dificultan el desarrollo pleno de las personas y pueden generar malestar, discriminación, exclusión, sufrimiento y enfermedad. Es el caso de las personas transexuales, quienes se sienten de un sexo diferente con el que nacieron.
Porque, ¿existe una mayor discriminación que aquella que no permite a la persona vivir con el sexo que verdaderamente siente? Se ha descrito que en estas personas lo más difícil es reconocer que el alma vive en este cuerpo, el que se ha ido esculpiendo por las representaciones masculina o femenina según el caso. Luego vendrán las barreras familiar y social, esta última sin duda la más dramática, pues todavía se considera a las personas transexuales como raras, enfermas, probablemente dedicadas al comercio sexual, de malos ejemplos y contagiadas del VIH/SIDA.
Una orientación sexual homosexual puede llevarse en la intimidad si se desea, pero no es fácil la invisibilidad en la transexualidad. Existe evidencia del tremendo sufrimiento moral y físico de estas personas a lo largo de la historia y del estigma que sobre ellas ha pesado. Muchos de los problemas de autoaceptación que padecen se debe a esta continua discriminación social, pues independientemente de que accedan a una cirugía, enfrentan una sociedad donde la identidad sexual aún está dada por la genitalidad y donde el cuerpo es el principal vehículo de comunicación.
En lo últimos años se han flexibilizado los constructos masculino y femenino de tal forma que cada persona pueda incorporar elementos en su identidad de acuerdo a lo que mejor represente sus deseos y necesidades. Pero los cambios sociales son lentos, más en nuestra sociedad. En Chile hemos avanzado hacia la no discriminación con la Ley Zamudio y se ha integrado a la mujer en los procesos de desarrollo. Pero debemos fortalecer programas educativos transversales con una formación coeducativa desde la prebásica, de tal forma de eliminar los estereotipos sexistas y elementos discriminatorios sobre niños y niñas. Así, en los programas curriculares fundamentalmente del área de la salud, es necesario introducir contenidos relacionados con la identidad de género e identidad sexual, más allá de lo biológico.
La educación y la información son básicas para fomentar nuevos cimientos en una sociedad basada en el respeto, la tolerancia y los derechos. Cuando se asume que todas las personas merecen los mismos derechos y tienen las mismas obligaciones, se reduce la discriminación hacia transexualidad.