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Mujeres, cuidado con las dietas alimenticias
Varios estudios han demostrado que la actividad física mejora los factores de riesgo cardiovascular, el perfil hormonal y la función reproductiva. Por el contrario, el exceso en la actividad física se relaciona con considerables consecuencias negativas en todo el cuerpo.
Viernes 23 de febrero de 2018
Llevar dieta y realizar ejercicio son dos hábitos que conforman parte de la vida y rutina de muchas mujeres para conservar su peso y aspectos estéticos de su cuerpo.
Nuestro organismo debe satisfacer requerimientos metabólicos esenciales a través de los alimentos: sintetizar todos los componentes que las células necesitan, proteger nuestro medio interno de toxinas y adaptarse a las condiciones del medio externo. Transformamos los componentes de la dieta, en oxidación, almacenamiento y la movilización de moléculas energéticas, por tanto, la variable que debe mantenerse en equilibrio ante la ingesta de alimentos y el desarrollo de ejercicios es la disponibilidad de combustible metabólico, no el peso corporal o la presencia de adiposidad como se puede pensar.
Varios estudios han demostrado que la actividad física mejora los factores de riesgo cardiovascular, el perfil hormonal y la función reproductiva. Por el contrario, el exceso en la actividad física se relaciona con considerables consecuencias negativas en todo el cuerpo.
Estas disfunciones llamadas como "tríada de atletas femeninas", ya que fue en deportistas donde se diagnosticaron los primeros cuadros, incluyen amenorrea o ausencia de menstruación por más de seis meses, osteoporosis y trastornos alimenticios. La tríada de atletas femeninas presenta riesgos graves para la salud, tanto a corto como a largo plazo, para el bienestar general de las personas afectadas. La baja disponibilidad sostenida de energía puede afectar la salud, causando muchas complicaciones médicas dentro del sistema nervioso esquelético, endocrino, cardiovascular, reproductivo y central.
Por otra parte, las secuelas clínicas de cuadros de dieta continuas pueden estar asociadas o conllevar aspectos psicológicos que deben ser dilucidados en la mujer, ya que pueden estar enmascarados cuadros de bulimia o de anorexia nerviosa (AN). Hasta 90% de los trastornos alimentarios presentes antes de los 25 años pueden presentarse con disfunciones o alteraciones menstruales.
Si estas alteraciones alimenticias se presenta precozmente en la mujer, puede afectar el desarrollo puberal, retrasando la aparición de la primera menstruación denominado amenorrea primaria y afectando una pérdida potencial de estatura de la niña.
Si un cuadro de anorexia nerviosa se presenta iniciado el período fértil de la mujer, lo más común es que comiencen irregularidades en los ciclos menstruales hasta llegar a lo más severo que es la pérdida de 20% de peso y se puede desencadenar una amenorrea secundaria, que es una desaparición de las menstruaciones por más de seis meses. En estos casos, la baja en la densidad mineral ósea, principalmente de calcio y calidad de los huesos, es un riesgo establecido en los cuadros de AN. Hasta la mitad de las mujeres con 20 meses de amenorrea presentan esta osteopenia y de 14 a 38% desarrollan osteoporosis en cuadros de ausencia de menstruaciones de dos años.
La pérdida ósea como consecuencia de la deficiencia de estrógenos puede ser grave, de larga duración y con una capacidad reducida para la recuperación. Por ende, estas alteraciones óseas, indudablemente afectan la calidad de vida de la mujer, con énfasis en el curso de las gestaciones y el climaterio.
Del mismo modo, que las mujeres con sobrepeso y obesidad requieren asesoramiento para mejorar trastornos menstruales y alteraciones o disfunciones endocrinas, de la misma forma lo requieren aquéllas que presentan comportamientos alimentarios no saludables por déficit. Asimismo, se debe educar a profesionales que apoyan el acondicionamiento físico, a que estén atentos a cuadros de triadas de atletas femeninas, para otorgar orientación y asesoramiento oportuno.