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Los resultados de la PSU a la vuelta de la esquina
Un cuarto de millón de jóvenes se encuentra a la espera de conocer los resultados de la Prueba de Selección Universitaria. Considerando que tras cada joven hay una familia, es razonable estimar que al menos un millón de personas estará pendiente de las informaciones que aparezcan a primera hora el próximo domingo 28 de diciembre.
Miércoles 24 de diciembre de 2014
¿Qué esperar de los resultados?
Si las cosas se comportan como en años previos, la mitad de quienes rindieron la evaluación obtendrá un puntaje promedio Lenguaje y Comunicación - Matemática sobre los 500 puntos, unos 40 mil llegarán sobre los 600, y apenas unos 6 mil lograrán superar la barrera de los 700. Más de la mitad de los puntajes se concentrará, de hecho, entre los 400 y los 600 puntos.
En ese escenario, las reacciones de los jóvenes ante los resultados serán necesariamente distintivas. Por un lado, los aspirantes a carreras con puntajes de corte elevados experimentarán alegría o decepción. Por otro, los interesados en carreras con puntajes de corte más bajos –de no tener claridad respecto de su vocación– sentirán más bien incertidumbre y estrés al momento de elegir dónde y qué estudiar.
¿Cómo apoyar ante la frustración, el estrés, la incertidumbre?
En principio, conocer datos como los presentados en líneas anteriores es una primera forma de asumir un juicio de realidad por parte de las propias familias. Que 6 mil estudiantes, de un total de 250 mil, logren más de 700 puntos es un dato relevante a la hora de levantar expectativas sobre hijas e hijos. Tener los pies en la tierra como padres es un paso relevante para que la frustración de los jóvenes –natural, por cierto– no se profundice innecesariamente. Tener alternativas de antemano, reflexionadas y conversadas, disminuye la presión.
Respecto de la incertidumbre y el estrés, acompañar el proceso de desarrollo vocacional es una tarea que requiere paciencia. No todos los jóvenes alcanzan claridad a la misma edad sobre lo que desean estudiar. De allí que exista deserción universitaria, cambios de carrera, o segundas carreras. Ninguno de los cuales es un escenario por sí mismo negativo.
Tampoco es negativo insistir en los sueños personales. Un caso ilustrativo: hace un par de semanas un ex compañero de colegio comentó que, al salir de enseñanza media, lo único que deseaba era ser odontólogo pero que el puntaje en la entonces Prueba de Aptitud Académica no le alcanzó. Al año siguiente, volvió a inscribirse para rendir dicha prueba y nuevamente el resultado fue insuficiente. Un año más tarde lo intentó otra vez y el destino de nuevo le fue esquivo. No se dejó vencer e hizo otro intento sin éxito. Luego, una quinta vez: nada. Y, finalmente, en la sexta oportunidad lo logró.
Cada una de estas vías (y otras) es factible y podemos apoyarla.