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¿Y tú qué piensas? o el derecho de opinar
Es positivo decir lo que pensamos, pero a la vez es necesario hacernos cargo de ello con responsabilidad y compromiso social, de otra manera no hay posibilidad de sostener la República ni un sentido de sociedad.
Lunes 22 de abril de 2019
Así se denomina la nueva campaña comunicacional del prestigioso medio El País, España, el cual apuesta por escuchar a sus lectores, siendo esta una invitación a ser protagonistas de sus vidas, manifestando su opinión respecto de los acontecimientos que nos rodean y que nos afectan.
La campaña pareciera muy oportuna en tiempos actuales, en los cuales las democracias liberales han fomentado y enarbolado la bandera de los derechos ciudadanos y del empoderamiento individual, bastante absuelto de responsabilidad y razón.
En efecto, los sujetos cada vez sienten más necesidad de expresar sus emociones en distintos formatos, ya que la tendencia es a rehusarse a tener una actitud pasiva o de “masa” frente a la elite o estructura dominante que impone o establece exigencias y/o conductas “correctas” en la sociedad. En los hechos, los individuos opinan de todo, incluso de lo que no saben y de lo que no les interesa.
Podemos advertir que el pensamiento y actitud de reivindicación insaciable que se ha inculcado a los individuos está dejando en evidencia que es necesario no solo preguntar por lo que se piensa, sino además por lo que se hace.
El derecho a opinar se estimula, incluso en programas de gobierno en distintos países (incluido Chile), para que tempranamente los jóvenes desarrollen la autonomía en el pensamiento, tengan capacidad crítica y se avance en una ampliación de la noción de libertad de opciones individuales en sociedad.
Lo anterior se ha trasformado en causa eficiente para comprender la ingobernabilidad e insostenibilidad (social y medio ambiental) que observamos. Por lo tanto, podemos advertir que el pensamiento y actitud de reivindicación insaciable que se ha inculcado a los individuos está dejando en evidencia que es necesario no sólo preguntar por lo que se piensa, sino además por lo que se hace.
Actualmente, constatamos en redes sociales “troleos” inmisericordes faltos de cualquier responsabilidad, la existencia de un bullying descontrolado en los colegios, una crítica permanente sin contenido social y menos coherencia política, entre otros fenómenos que nos permiten sostener que pareciera relevante no concentrase únicamente en saber lo que se piensa, sino también en el por qué lo piensa y como actuaría en consistencia según lo que se piensa.
Pareciera necesario preguntarnos si tenemos la capacidad de pensar en los demás, ya que nos ido transformando en esclavos de nuestros propios intereses sin capacidad de discernimiento. En consecuencia, es positivo decir lo que pensamos, pero a la vez es necesario hacernos cargo de ello con responsabilidad y compromiso social, de otra manera no hay posibilidad de sostener la República ni un sentido de sociedad.
Vea la columna en El Dínamo