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Medicina y Ética:
¿Tiene derecho la Ciencia a abordar todos los misterios de la medicina o del ser humano objeto y sujeto de sumisión?
Lunes 20 de octubre de 2014
A mi juicio, sí lo tiene. ¿Tiene la obligación de hacerlo aún si ello amenaza el respeto a esa persona de cuerpo transitorio pero de espíritu trascendente como muchos creemos? A mi juicio no lo tiene, porque éticamente se nos dotó de inteligencia para buscar todas las verdades, pero no se nos obliga -en el mundo de la creación- lograr la Verdad Absoluta, si ello atropella la conciencia del investigador hasta transformarlo en una mera vanidad o los derechos humanos de su paciente".
Pocas ciencias y artes han progresado más rápido en el mundo moderno que la medicina y los avances en el campo más amplio de la salud en su versión holística.
Chile, felizmente, no escapa de este avance si lo comparamos con las técnicas que hoy tenemos para prevenir, diagnosticar y curar enfermedades cada vez más complejas y onerosas de enfrentar. A esto, debemos agregar la nueva realidad ética y sociológica en cuanto a los derechos de las personas para acceder a estas técnicas, como expresión solidaria de una sociedad más justa y saludable para todos por igual.
Pero los nuevos métodos de investigación y de diagnóstico y de terapias más agresivas significan también controversia y antítesis con los clásicos conceptos de la concepción de los derechos humanos. La libertad de escoger sus procedimientos y proveedores de salud, la limitación terapéutica demasiado traumáticas, el derecho o rechazo al nuevo uso experimental de medicamentos e incluso alguna terapia con efectos secundarios no deseados, el empecinamiento terapéutico, la eventual eutanasia versus la muerte digna, y la genética como uso habitual, son algunos de los elementos éticos generados en el avance mismo de la nueva medicina.
De esta nueva realidad surgen las visiones éticas y/o morales que las facultades de medicina- y por ende sus alumnos- tendrán que enfrentar, abordar y resolver en el marco de la legislación que cada país se de.
Cada Universidad y por ende cada Facultad, tiene su propia Alma Mater, y en esa Alma Mater deberán necesariamente resolver lo anterior como uno de los más difíciles pero maravilloso desafío para nuestra educación superior.
Desde esta perspectiva, nace el primer desafío institucional de nuestras Universidades, entendidas como el esfuerzo común de profesores, alumnos y administrativos que buscan la verdad en la definición de Alfonso X. ¿Tiene derecho la Ciencia a abordar todos los misterios de la medicina o del ser humano objeto y sujeto de sumisión? A mi juicio, sí lo tiene. ¿Tiene la obligación de hacerlo aún si ello amenaza el respeto a esa persona de cuerpo transitorio pero de espíritu trascendente como muchos creemos? A mi juicio no lo tiene, porque éticamente se nos dotó de inteligencia para buscar todas las verdades pero no se nos obliga-en el mundo de la creación- lograr la Verdad Absoluta, si ello atropella la conciencia del investigador hasta transformarlo en una mera vanidad o los derechos humanos de su paciente.
El segundo desafío ético en la enseñanza de la medicina, proviene de quienes la entregan, y la exigencia es que debe darse en el más amplio nivel de calidad por tratarse de preparar a sus estudiantes a salvar la vida, y curar a los miembros de la comunidad nacional y no sólo enfrentar técnicas o temas de carácter material o intelectual que no tienen ese carácter tan tremendamente calificado, como es el de los profesionales de la salud. Por ello es que me siento satisfecho de haber participado en el proceso nacional de la legislación sobre la acreditación de las universidades, y facultades de medicina.
El tercer desafío es el que se le genera en forma recíproca a los futuros médicos que la reciben y que por ende deben estudiar al máximo maximorum lo que hoy es la investigación, el estudio y las nuevas técnicas han logrado para salvar la vida.
El profesor Cruvehier es categórico para señalar: " en medicina la ignorancia es un crimen".
No se trata sólo de estudiar y saber para evitar los juicios de mal praxis sino de cumplir con el deber ético de responder a la responsabilidad que la sociedad les entrega y que el Juramento Hipocrático les obliga.
El cuarto desafío para quienes eligen esta profesión deben cumplir, por la naturaleza de su tarea, con algo más especialmente vigente: su comportamiento ético y moral en su condición diaria frente al enfermo, es decir, respeto por el o la paciente, visión holística del enfermo como un ser único e irrepetible y no solo como una suma de órganos enfermos, respeto por su dignidad para curarlo y si no puede para aliviarlo, y si tampoco lo puede hacer para consolarlo.
El médico debe saber que el hospital o la consulta privada merecen el mismo trato, y que la consulta privada y el consultorio rural son sagrados frente a la concupiscencia de cualquier naturaleza.
Nos han enseñado para ser misericordiosos y no soberbios.
Nos han enseñado para vivir con modestia y dignidad, pero no solo para lucrar con nuestra profesión tan maravillosa y noble.