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Reflexiones sobre “la rebelión catalana”
Como estamos en la época de la posverdad, más importante que la realidad es la imagen que vendemos. Y en eso, los dirigentes de la Generalitat (parlamento catalán), fueron exitosos.
Viernes 6 de octubre de 2017
Inéditas e inexplicables son las imágenes que vimos de Cataluña aferrándose a las urnas para votar, en un supuesto referéndum que debía decidir si los catalanes querían separarse de España y formar una república.
Como estamos en la época de la posverdad, más importante que la realidad es la imagen que vendemos. Y en eso, los dirigentes de la Generalitat (parlamento catalán), fueron exitosos.
Como una de las democracias más modernas del mundo, España, comparada siempre en los índices con los países escandinavos más que con los países de Europa del Sur por los niveles de descentralización, autonomía de sus regiones (en muchos casos más avanzadas que países federales), y un ejemplo en materia de libertades civiles, impedía a los catalanes el derecho a decidir su futuro.
Eso es lo que parece, pero no es la verdad. Lo cierto es que una mayoría relativa de 47% de los sufragios se hizo con el poder en el parlamento catalán con el único fin de llevar al país a la independencia. En esta mayoría hay sectores de centro derecha o derecha, una izquierda republicana (Ezquerra) y un grupo minoritario, la CUP, que plantea no solo la independencia, sino avanzar hacia un proceso revolucionario, no solo en Cataluña, sino en los denominados países catalanes, es decir Valencia, Mallorca y la Cataluña francesa.
Lo relevante de la CUP, es que sin ellos no tendrían la mayoría que hoy ostenta el independentismo. De ahí la capacidad de chantaje de este pequeño grupo de parlamentarios, que es clave para continuar con el “process”: el camino hacia la independencia.
En Europa las fragmentaciones de Estados plurinacionales han sido situaciones históricas comunes: Yugoslavia, la Unión Soviética, la República Checa y Eslovaca, pero nunca se había vivido un proceso similar en una democracia desarrollada de la Unión Europea.
El 6 de septiembre pasado, la mayoría absoluta volvió a pasar la retroexcavadora, y decidió, sin discusión parlamentaria, que el 1 de octubre de este año, se llamaría a los catalanes a decidir su futuro y su relación con España.
La oposición parlamentaria de los partidos constitucionalistas del parlamento catalán -PP, PSOE y Ciudadanos- fueron excluidos del debate y se sumó a esta decisión la aprobación de la denominada ley de transitoriedad, que es lo que le permitiría a Cataluña desacoplarse de España. Sin importar el número de votantes por el sí, ni del claustro electoral, ni si se pudo evitar que se votara varias veces, o peor aún, si como lo vimos, la gente llenaba una urna con los sufragios que se traían de casa.