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Fomentar la lectura y la reflexión en el lenguaje de los niños
La preocupación por los hábitos lectores de los niños, así como por su capacidad de reflexionar desde temprana edad sobre el funcionamiento del lenguaje, está adquiriendo cada vez más relevancia. Diversos enfoques disciplinarios educativos así lo confirman.
Jueves 17 de enero de 2019
En verano aumentan las actividades al aire libre. Personas de todas las edades se sienten estimuladas a desarrollar ejercicio y práctica deportiva. Muchos no son practicantes habituales ni están familiarizados con el ejercicio físico. Sin los cuidados o las recomendaciones profesionales pueden arriesgarse a sufrir lesiones agudas, traumáticas u otras.
Lo lógico antes de iniciar una práctica deportiva es chequear nuestra salud, verificando las condiciones cardiovasculares o sistémicas. Son muy pocas las entidades patológicas que no se benefician del ejercicio y previenen su progreso o mejoran.
Otro elemento importante es el estado nutricional. Considere su peso corporal como un factor determinante en el tipo de ejercicio a seleccionar y la programación e intensidad de este. El sobrepeso no solo es un factor de riesgo cardiovascular, sino también produce sobrecarga sobre los distintos tejidos del sistema musculoesquelético, articulaciones, tendones y ligamentos que se ven fuertemente demandados más allá de sus rangos fisiológicos.
El éxito de todo programa de ejercicio es lograr la adhesión para disfrutar de los beneficios de una vida más sana.
En respuesta a la creciente conciencia sobre la relevancia de la enseñanza de la lengua mediante la lectura, surge el fomento lector, entendido como una intervención sistemática que elabora prácticas pedagógicas que favorecen la lectura, identifica los momentos para su realización, determina las formas de evaluar dicha lectura y su integración a la gestión pedagógica, y diseña un entorno educativo adecuado para todo ello.
Numerosos expertos coinciden en sostener que su adopción en la escuela es una herramienta clave para promover una cultura lectora al interior de las comunidades educativas (Chambers, 2007; Colomer, 2005; Lockwood, 2011; Mata, 2008).
El fomento lector otorga un rol protagónico a los docentes, pues su intervención mediadora en los procesos de lectura propicia el desarrollo, entre los educandos, de habilidades comunicativas, reconocimiento de las emociones, aprendizaje de nuevo léxico y fraseología, entre otros aspectos. La importancia de esto va más allá del interés por la lectura en sí misma, pues existen efectos beneficiosos en el desarrollo cognitivo de los niños asociados a la cantidad y calidad de sus lecturas.
“La preocupación por los hábitos lectores de los niños, así como por su capacidad de reflexionar desde temprana edad sobre el funcionamiento del lenguaje, está adquiriendo cada vez más relevancia”.
Ya Gabriela Mistral reflexionó sobre la importancia del rol que asume el profesor como mediador de la lectura en la enseñanza de la lengua, especialmente en contextos vulnerables donde la familia necesita de más apoyo de parte de la escuela para asumir tales desafíos. Mistral, con su sabiduría habitual, anima al docente para que, a fin de cumplir a cabalidad tal rol, llegue a ser un lector sensible y apasionado, que aprenda del libro moderno y también de aquel más antiguo; las “donosuras” del idioma, destacando como valiosa la experiencia de sentir admiración por el uso de la lengua exhibido por uno más “donoso” o más competente que nosotros, “y eso no se sabe sino leyendo en escritura feliz un logro del prójimo”.
Por otra parte, el surgimiento durante las últimas décadas de nuevas tecnologías de la comunicación y, con ello, de heterogéneos y a menudo contradictorios formatos textuales y contextos comunicacionales, crea la necesidad de que la escuela elabore acciones destinadas a fomentar la enseñanza de la lectura en este desafiante entorno tecnodiscursivo; exigencia educativa que, inevitablemente, recae sobre los ya recargados hombros de los profesores de escuelas. Los académicos de universidades que forman profesores, evidentemente, debemos contribuir en este esfuerzo, reflexionando sobre los desafíos que plantea el fomento lector en la era digital.
Queda en evidencia la necesidad de que las autoridades educacionales y las comunidades educativas, particularmente las universidades que forman futuros profesores, pongan atención sobre los desafíos del fomento lector en la escuela. Juegan un rol fundamental en esta materia una serie de componentes, tales como el acceso y uso de bibliotecas escolares, las necesidades particulares de cada región del país y, lo más importante, una preparación de calidad de los futuros profesores durante su formación universitaria para lograr que adquieran sensibilidad en relación a la lectura y que desarrollen reflexiones profundas sobre el uso del lenguaje.
En nuestro país, como es bien sabido, existen una serie de acciones que están permitiendo acrecentar el interés de los educandos por la lectura, pues se han promulgado importantes iniciativas (Yo leo, 2007; Maletín Literario, 2008-2010; Nacidos para leer, 2008-2010), entre las que destaca particularmente el Plan Nacional de la Lectura 2015-2020 (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2015). Esta última acción ratifica el interés de la política pública por posicionar a la lectura como un derecho social al promover el desarrollo de una sociedad más lectora, además de incentivar la creación y producción, conservación, distribución y consumo del libro.
De acuerdo con la medición internacional PISA 2015, si bien nuestro país mejoró levemente sus resultados en lectura, en este índice sigue manteniendo un puntaje considerablemente inferior al promedio de los países de la OCDE. Este estudio también reveló que Chile mantiene en sus resultados una amplia brecha entre grupos socioeconómicos bajos y altos, reafirmando la necesidad de proponer políticas públicas cada vez más inclusivas que focalicen sus esfuerzos en los sectores más vulnerables.
Así, la demanda socioeducativa por fomentar la lectura interpela al espacio escolar, en especial a la formación de profesores, evidenciando la necesidad de potenciar en los futuros profesores la alegría y el amor y pedagogía, como nos sugería Miguel de Unamuno hace más de cien años, así como el dominio de herramientas teórico-metodológicas que respondan a esa demanda en el marco de los desafíos educativos del presente.
Estamos en un contexto apropiado, pues la política pública explícitamente adhiere a la meta de formar más y mejores lectores en las escuelas. Volvamos la mirada hacia la formación inicial de profesores y apreciemos la enorme responsabilidad sensible y social que conlleva; como dijera Gabriela Mistral, “la felicidad, o al menos el ánimo alegre del maestro, vale en cuanto manantial donde beberán los niños su gozo, y del gozo necesitan ellos tanto como de adoctrinamiento”.
Consejos
- Elija cuidadosamente su actividad deportiva o tipo de ejercicio pensando en objetivos alcanzables, que sean más bien una experiencia placentera que una meta insalvable. No todas las personas gustan del trote o de actividades que agreguen más estrés a sus vidas.
- Utilice implementación deportiva adecuada.
- Revise sus zapatillas y el tipo de terreno en que realizará sus actividades.
- Programe su ejercicio en tiempo de práctica, intensidad, días de la semana.
- No olvide que un ejercicio tiene una fase de entrada en calor, desarrollo y vuelta a la calma.