Sabemos que las dosis previas de la vacuna tienen un máximo de eficacia, que va decreciendo después de 6 a 8 meses, y ya nos acercamos a dicho plazo.

Además, la vacunación previa estaba definida por la cepa original, la que a lo largo de estos dos años ha tenido muchas mutaciones y actualmente la de mayor circulación, es la variante Ómicron; por lo tanto, es razonable que se utilice una vacuna que proteja contra ambas variantes. Por lo demás, probablemente será el sistema requerido para proteger a la población en el futuro, dada la enorme mutabilidad del virus.

Pero además de estos antecedentes, hay que considerar que en el país hay más de 1.500.000 personas que ¡No se han vacunado con la cuarta dosis! Ofrecer una quinta, ¿cambiará dicha actitud?

Parece indispensable fortalecer las medidas de “estímulo” a la vacunación, como la exigencia absoluta del “Pase de Movilidad” para múltiples actividades, así como mejorar la disponibilidad de los puntos de vacunación y sus horarios de funcionamiento para facilitar el acceso a la población.  

Por lo tanto, la idea razonable, si no se implementa masivamente es bastante ilusoria.