Para el 2035 la esperanza de vida al nacer será mayor a 85 años. Más aún, en casi todas las regiones del país la población mayor de 60 años superaría en número a las personas menores de 15 años, según un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Conocer los indicadores demográficos es fundamental para la planificación de políticas públicas. En ese contexto, ¿estará el país preparado para que casi un tercio (32,1%) de la población supere los 60 años?
El fonoaudiólogo Jorge Valdés, director del Diplomado en Neurorehabilitación Fonoaudiológica en Adultos de la Universidad San Sebastián, explica que llegar a un envejecimiento exitoso no se logra preocupándose a partir de la quinta o sexta década, sino que debe incentivarse desde edades tempranas. “Es fundamental tener una alta escolaridad o realizar actividades que impliquen una demanda cognitiva, aprender a hacer nuevas cosas”, dice.
También se sugiere realizar actividad física desde etapas tempranas, tener una buena alimentación y mantener actividades sociales y recreativas. Existen políticas públicas para el diagnóstico y tratamiento oportuno de enfermedades que pueden generar un envejecimiento frágil, al que todas las personas tienen acceso, sean del sistema público o privado.
Prevención
Por ejemplo, existe acceso garantizado a salud dental a los 65 años; o el Programa Más Adulto Mayor Autovalente, que busca prevenir el deterioro mediante la intervención de un equipo de profesionales que abordan diferentes aspectos involucrados en la condición funcional de las personas mayores. También el GES cubre procesos de demencia, exámenes preventivos como el de próstata, entre otros.
“Como país estamos en un punto fundamental, ya que no sólo debemos contar con políticas públicas que aumenten la esperanza de vida, sino que debemos asegurar una buena calidad, y para lograrlo se requiere un trabajo intersectorial. incorporando múltiples ministerios, apoyado por dispositivos públicos y privados”, asegura Valdés.
Por su parte, Carolina Velasco, directora de estudios del IPSUSS, releva la importancia del cuidado previo, ya que los datos muestran que, “las personas de la tercera edad son entre 4,2 y 7 veces más propensos a reportar alguna condición crónica que los menores de 60 años, y más del triple señala tener alguna dificultad de la vida diaria, según datos de la CASEN”.
En ese sentido, Velasco señala que “el sistema de salud tiene un desafío con este grupo, quienes mencionan tener problemas para acceder al sistema, como por ejemplo, llegar a la consulta, lo que dificulta una atención oportuna”. Continúa, “debe haber una adaptación para abordar las necesidades de los adultos mayores, tanto de la atención, para que considere la asistencia remota o a domicilio, como de los métodos de contacto con la tercera edad, para facilitar el acceso y continuidad de los tratamientos”.