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Alzheimer, la enfermedad del olvido
El 21 de septiembre, se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, declarado por la Organización Mundial de la Salud para dar a conocer la enfermedad y difundir la importancia de la persona afectada por la enfermedad y centrar todos los esfuerzos en mejorar no solo su calidad de vida, sino también la de quienes les atienden y cuidan cada día.
Miércoles 21 de septiembre de 2016
La enfermedad de Alzheimer fue descrita en 1906 por Alois Alzheimer como una “enfermedad de compleja patogenia, a veces hereditaria, cuya incidencia aumenta con la edad”. Sus primeros síntomas generalmente son fallas de la memoria reciente para luego entrar a una etapa de deterioro cognitivo leve. En el mundo afecta a más de 15 millones de personas, mientras en Chile se ha estimado que serían más de 170.000 quienes la padecen, pasando de ser la causa número 29 de muerte en 1990, a la quinta en 2010, según cifras del Ministerio de Salud.
De acuerdo al terapeuta ocupacional, Andrés López, académico de la Universidad San Sebastián, hoy se sabe que “es una enfermedad neurodegenerativa, idiopática, es decir que se desconoce su causa, de curso progresivo y crónico, ya que aún no existe cura”.
El experto en geriatría explica que es el tipo de demencia más frecuente, “cerca del 70%, y aunque es más frecuente en la población adulta mayor, ya que a mayor edad existe mayor probabilidad de desarrollo, existen casos de demencia a edades menores, entre los 40 o 50 años”, dice López.
Los síntomas responden a tres áreas distintas:
- Función Cognitiva, déficit en dos funciones (memoria y otra función)
- Actividades de la vida diaria: dificultad en tareas cotidianas (cocinar, manejar dinero, conducción, entre otras).
- Cambios conductuales: cambios o alteración del ánimo (depresivo, ansioso, agresivo, etc.).
Estos síntomas al inicio son leves, muy variables en el tiempo, no siempre se manifiestan con la misma intensidad y se pueden atribuir a otras causas, como estereotipos de la edad, “ante lo cual la persona que los padece no refiere estar manifestando estos síntomas o alguna problemática en relación a ellos, esto es que no hay conciencia de la enfermedad”, dice el terapeuta ocupacional.
¿Cómo reaccionar a esos síntomas? ¿Qué medidas tomar?
El académico de la Universidad San Sebastián enfatiza que la familia es la que debe estar atenta a estos síntomas, “no considerarlos parte del envejecimiento normal, esto para hacer una pesquisa a tiempo, consultar con un especialista ya sea médico geriatra o neurólogo y esperar la evaluación para establecer el diagnóstico clínico de demencia”.
Andrés López insiste en que la familia es el pilar fundamental para las personas a las cuales se les detecta y diagnóstica de demencia, ya que estas también van a sufrir las consecuencias de la enfermedad. “Uno de los primeros apoyos debe ser entregar la información inicial y lograr el apoyo de la mayor cantidad de personas de ese núcleo familiar, ya que deberán progresivamente tomar un rol preponderante en la vida de la persona que sufre de demencia. Toda la familia deberá conocer sobre aspectos generales, el manejo farmacológico y no farmacológico de la enfermedad, para poder entregar los mejores cuidados a su familiar y disminuir el estrés asociado a la entrega de cuidados”.
También es importante hacer una diferencia con la llamada demencia senil, que es la denominación inicial que tuvieron las demencias, y respondía a la relación unidireccional e indivisible de la senectud y la demencia, hasta ese momento. “Actualmente este término no se recomienda utilizarlo”, dice Andrés López.
La demencia tipo Alzheimer, al ser la de mayor frecuencia, es el modelo actual de diagnóstico inicial. Sin embrago, existen otros tipos de demencia (vascular, fronto-temporal, entre otras) las cuales deben ser estudiadas y diagnosticadas ya que difieren inicialmente en sus causas, síntomas y tratamiento. “Aunque en las etapas más avanzadas (severas de la enfermedad) las personas con demencia son más similares en su funcionamiento”.
Terapia y recomendaciones
El académico detalla que el abordaje de las demencias, actualmente orientado a retrasar el avance y las múltiples problemáticas asociadas a su evolución, responde a dos grandes pilares: Tratamiento farmacológico, esto es medicamentos; y Tratamiento No farmacológico, donde caben las terapias orientadas a optimizar el funcionamiento de la persona con demencia.
Así, dentro del abordaje no farmacológico se pueden indicar las siguientes acciones a realizar:
- La persona con demencia deberá mantener el nivel funcional más alto (vestirse, bañarse, etc.) y mantener una rutina de ejercicio físico y cognitivo (prescrito por un profesional. Ej. Caminar, lectura-escritura) el mayor tiempo posible.
- Para el cuidador/grupo familiar capacitar en manejo conductual, como ir relacionándose con la persona con demencia, para evitar situaciones de riesgo y estrés. Realizar cambios o modificaciones ambientales que optimicen el desempeño y el cuidado de la persona con demencia (cantidad y orden de muebles, luminosidad y sonoridad de espacios, elementos orientadores, entre otros).
De esta forma Andrés López concluye que “las demencias deben ser de las enfermedades más complejas para las personas que las padecen y para sus familiares, establecer el diagnóstico oportuno y tomar decisiones anticipadas -médicas, legales, entrega de cuidados- pueden cambiar el panorama muchas veces sombrío frente al diagnóstico de esta enfermedad. Además, la asesoría médica y de cuidados especializados, el apoyo social como laCorporación Alzheimer y residencias especializadas, entregará a la familia las mejores herramientas para enfrentar esta situación”.