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Reflexiones sobre el valor de la Historia
La Historia es presente y futuro. Parece ser la única disciplina capaz de dar luces de lo que sucede, de cómo llegamos hasta acá y del futuro que avizoramos.
Domingo 9 de junio de 2019
Revuelo causó la exclusión de Historia de los ramos obligatorios para 3° y 4° medio que habrán de cursarse a partir del próximo año. Detrás de la medida nada parece suponer un desconocimiento o un sesgo ideológico. Tampoco mala fe de parte de las autoridades al justificar la decisión. Es cierto que todo cambio curricular es difícil y complejo, implica escoger entre esto o aquello. Es verdad también que todo profesor dirá siempre que su disciplina es más importante.
No obstante, dejar Historia solo como un ramo optativo provoca algún reparo por su elección y oportunidad, que va en un total contrasentido con los tiempos que corren. Veamos sucintamente porqué.
Hablar de nuestro pasado es un acto propio y natural de la condición humana donde la memoria, la temporalidad y el relato son sus piezas instrumentales. Surge de la necesidad de revelar a otros quiénes somos y de cómo nos vemos como sociedad en el tiempo. La Historia es la más humana de las disciplinas. Como dijo el rector Carlos Peña en un medio; “quizás no sea del todo correcto elegir perder Historia porque, atendida la índole de la condición humana; ello podría equivaler casi a perderse a sí mismo”.
Pero la Historia también es presente y futuro. Frente a los tiempos líquidos y vertiginosos que vivimos, llenos de perplejidad y reinvención permanente, la Historia parece ser la única capaz de darnos luces de lo que sucede, de cómo llegamos hasta acá y del futuro que avizoramos.
Por otro lado, no existen hoy personas más críticas de nuestro pasado que nuestros jóvenes, que más movilizados lo hacen también con crecientes dosis de anomia, irritación y desafección. Si esperamos tener jóvenes más adeptos a la Democracia y de lo que significa ser ciudadano, toda educación ciudadana debe secundarse con una mayor reflexión histórica que les enseñe a pensar críticamente sobre el pasado, y de lo que ocurre cuando la democracia y sus instituciones se descuidan o se pierden.
A su vez, hay mucha gente comprando y leyendo libros de Historia con récord de ventas. Todo ello resulta contradictorio: mientras el interés por la Historia aumenta en audiencia, su lugar se acorta en el curriculum escolar.
Finalmente, la Historia y su enseñanza nos alienta a desarrollar el pensamiento crítico ante problemas complejos, que nunca son monocausales sino que se adscriben a múltiples interpretaciones. Ello implica algunas habilidades como leer mucho, razonar, argumentar, producir escritos, aceptar la divergencia y practicar la tolerancia.
Ya lo decían los historiadores romanos al validar su oficio; Aspice, Respice, Prospice (observa el presente, recuerda el pasado, mira el futuro).