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Nicanor Parra: Un antes y un después en la poesía
Nos hemos quedado sin Nicanor, pero nos acompañará siempre el autor del “Hombre imaginario” con su legado.
Miércoles 24 de enero de 2018
La primera vez que tuve noticias de Nicanor Parra fue a través de una portada de la Revista Ercilla. Hoy la encuentro en Internet y, aunque la fecha no aparece clara, debería corresponder a agosto de 1968.
Recuerdo que apenas vi el rostro de ese señor mayor, me llamó la atención su corbata tejida como con lana fina, muy alejada del estilo convencional. Hasta un niño pequeño común y corriente, ya podía captar el mensaje del retrato.
Obviamente se trataba de una figura fuera de lo común. Años después, en las primeras clases de enseñanza media, la señora Nelly Barría, nuestra profesora de Castellano, nos leyó poemas de Nicanor Parra para luego subrayar la diferencia y relevancia que para la literatura y el arte en general tenía Nicanor Parra con sus antipoemas. Y después, en mis primeros años de profesor, debí sortear el desafío de encaminar a mis estudiantes en el mundo de la literatura contemporánea. La reacción siempre fue la misma ante tan arriesgada pregunta: “¿Les gusta la poesía?…
Noooooooo. Pues bien, si les leo este poema y me confirman que no les gusta, nunca más veremos poesía en mis clases. Trato hecho”. Primeros versos, silencio. Terminado el poema, aplausos prolongados para Nicanor Parra. En mis años de docencia formando profesores, ha sido lo mismo.
Nicanor Parra era ya un poeta mayor cuando a inicios de los años ochenta visitó en condiciones muy especiales el campus de la Isla Teja en Valdivia. Un auditorio repleto de estudiantes de distintas carreras fuimos testigos de su lectura caracterizada por el tono juvenil que lo acompañó por más de cien años. En las noticias se dice que Nicanor ha partido a los 103 años. Pocos medios se atreven a decir que ha muerto.
Al parecer cuesta aceptar la idea de la muerte para Nicanor Parra. Y tal vez sea una manera de expresar lo que se siente, lo que no se quiere admitir. Y es que nos hemos quedado sin Nicanor, pero nos acompañará siempre el autor del “Hombre imaginario” con su legado.