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Desafíos docentes frente a la Ley de Inclusión Escolar
La Ley incluye tres principios fundamentales: No discriminación e inclusión, poniendo fin a la selección; Gratuidad progresiva y eliminación de copago; y Dignidad del ser humano, junto a una educación integral, que desestima la expulsión arbitraria.
Martes 28 de marzo de 2017
La nueva Ley de Inclusión Escolar que entró en vigencia y comenzó a implementarse gradualmente a partir del 1 de marzo del presente año, es parte de la reforma educativa en proceso, que está generando cambios importantes y positivos en los establecimientos educativos chilenos. Un gran número de escolares que habían sido excluidos de ciertos establecimientos ya no lo serán, dejando atrás la idea de que la sala de clases se constituye por un grupo homogéneo de alumnos.
La Ley incluye tres principios fundamentales: No discriminación e inclusión, poniendo fin a la selección; Gratuidad progresiva y eliminación de copago; y Dignidad del ser humano, junto a una educación integral, que desestima la expulsión arbitraria. Al revisar estos pilares, nos surgen varias dudas y desafíos.
En primer lugar, esta Ley apunta a un cambio importante en la política pública. Sin embargo, ¿cómo garantizamos que este cambio se vivencie en el aula escolar?, ¿cuál es el perfil de un profesor inclusivo?, ¿qué se espera de un profesor en un ambiente inclusivo?, ¿qué metodologías debiesen aplicarse?, ¿cómo se logra una comunidad educativa inclusiva?
Un profesor inclusivo debiese ser el que da respuesta a las distintas necesidades y estilos de aprendizaje que presentan sus estudiantes, lo que implica un monitoreo y evaluación constante de estos, para ir modificando sus propias prácticas pedagógicas, en función de lograr que todos logren construir sus propios aprendizajes, en un ambiente favorable de respeto y trabajo colaborativo.
Es fundamental, que los profesores de un establecimiento o comunidad educativa, trabajen de manera colaborativa y en equipo con sus directivos, para organizarse y proponer cambios de acuerdo a su contexto y característica de los estudiantes. Además, es esencial que los mismos profesores compartan sus prácticas con sus pares, para apuntar con su ejemplo a la diversidad.
Los profesores tienen que ser capaces de reconocer y valorar la diversidad para ir creando cultura de inclusión, para ello es necesario que participe activamente toda la comunidad educativa; sostenedores, apoderados, asistentes, directivos, profesores, y estudiantes, creando espacios de trabajo colaborativo que les permita organizarse y desarrollar acciones para alcanzar un clima de respeto y tolerancia.
Crear una cultura de inclusión escolar no debiese sólo quedar a nivel de políticas públicas ni normas para los establecimientos educativos, ese es el primer paso. El desafío mayor es generar las condiciones y orientaciones para que la comunidad educativa diseñe acciones concretas que promueven una cultura de inclusión en la que se respete la individualidad de cada niño o niña, valorando la diversidad. Para que esta cultura inclusiva prevalezca, la sociedad también debiese tomar conciencia que la inclusión es responsabilidad de todos.