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Lepra y otras enfermedades, una reflexión sobre la discriminación
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2016) la lepra fue una vez endémica en todo el mundo, y no se conoce predilección racial. Desde 1995, la OMS proporciona gratuitamente a todos los enfermos del mundo el tratamiento, que es una opción muy eficaz, para todos los tipos de lepra.
Jueves 3 de agosto de 2017
La enfermedad de Hansen o lepra es una enfermedad bacteriana crónica que afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos y las vías respiratorias superiores. El agente responsable de la lepra es el Mycobacterium leprae, que fue descubierto por Henrik Hansen, hecho que tiene cierta relevancia histórica, ya que se trató de la primera identificación de una bacteria como agente causal de una enfermedad en el hombre.
Así, cada cierto tiempo, la prensa nos informa con noticias respecto a alguna enfermedad, bacteria o virus mortal, que puede poner en riesgo nuestra seguridad sanitaria. Ya habíamos sido sorprendidos con el caso de ébola en octubre del año 2014, donde un hombre por el sólo hecho de haber estado en África fue sometido a protocolos inexistentes hasta ese momento; el hospital donde se le atendió fue aislado y evacuado; y cabe mencionar que la diferencia entre la Malaria y Ébola es significativamente diferente en términos del riesgo, pero muy similar en su sintomatología. Y toda esta maniobra fue un desastre de organización y de gestión sanitaria, ante la que afortunadamente no existía tal caso de ébola.
Situaciones similares acontecieron durante la década de los 90, “en total 114 personas resultaron contagiadas de cólera: 41 casos en 1991, 73 en 1992 y 30 en 1993; la enfermedad reapareció en Chile en 1991, luego de estar ausente por más de un siglo, el norte del país fue el lugar de la reaparición de esta enfermedad, a 1.340 kilómetros al norte de Santiago, en la frontera con Bolivia.
Hoy día, es la Lepra, con tres ciudadanos confirmados con la enfermedad, sólo uno de ellos de nacionalidad haitiana, de acuerdo a lo informado por la autoridad, haciendo hincapié en que en la actualidad la lepra cuenta con tratamientos que permiten evitar que el sujeto que posee la enfermedad, pueda contagiarla. Mientras que por su parte desde el Instituto de Salud Pública de Chile, se ha señalado que los riesgos de contraer la enfermedad son:
1) Vivir en un País donde la enfermedad este extendida como son Brasil, Angola, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Estados Federados de Micronesia, India, Kiribati, Madagascar, Mozambique Nepal, República de Islas Marshall, República Unida de Tanzania.
2) Estar en contacto prolongado y estrecho con personas que tienen la enfermedad de Hansen (lepra) no tratada (Organización Mundial de la Salud, 2016)
Chile, no cumple con ninguna de estas condiciones anteriormente mencionadas, sin embargo, la alarma pública, el juicio moral, la condena al inmigrante es la condición que estructura lo que está en el fondo de esta discusión. La lepra o cualquier otra condición se transforma en la posibilidad y en la acusación hacia la población inmigrante residente en Chile.
Como sociedad, como país, no estamos preparados para los procesos de globalización, ni para la recepción de extranjeros o población que llega a Chile en busca de oportunidades, mucha de la población migrante que se instala en Chile, son desplazados por los sistemas políticos, con consecuencias económicas y sociales, en palabras simples la gran mayoría de los inmigrantes que llega a Chile es pobre y llega a seguir siendo pobre en un país que no es el suyo, y en algunos casos que abusa de su condición.
De esta forma, cada acontecimiento, cada acto que involucra a la población inmigrante pobre en Chile, produce una reacción, una discriminación de tipo racial.
Desde la antropología y la sociología este proceso de racificación, como lo describre el doctor en sociología Andrés Piqueras Infante, produce niveles de discriminación, aislamiento racial, categorizando a la migración en ciertos estratos y tareas específicas, encuadrando a estos grupos sociales a ciertos barrios, ciertos lugares, determinadas labores en el trabajo, no dejando espacio a la integración. Produciendo una expulsión similar a la de los años 80, enviando a estos grupos a las periferias de la ciudad, a las comunas pobres de la ciudad.
Entonces, la precariedad del trabajo, las malas condiciones de la vivienda, la criminalización de la migración, una legislación que no los protege, es una enfermedad, mucho peor que la lepra, el cólera y el ébola, la reproducción y el contagio es social, es producto del desconocimiento y de la incapacidad que nuestras instituciones tienen frente al fenómeno de la inmigración. Se está incubando una enfermedad aun peor.