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Es tiempo del Adulto Mayor
El envejecimiento activo depende de condiciones contextuales y personales, que incluyen aspectos socio-económicos, culturales, ambientales, sanitarios y factores individuales y de comportamiento, respectivamente.
Martes 8 de noviembre de 2016
Actualmente el envejecimiento de la población constituye uno de los sucesos más relevantes de las últimas décadas, a nivel mundial. Chile no se encuentra ajeno a esa realidad y según la encuesta CASEN 2013, la población de adultos mayores alcanza las 2.885.157 personas, un 16,7% del total de habitantes del país. Para el año 2025, los adultos mayores igualaran el número de personas entre 0 y 14 años y para el año 2050 la pirámide poblacional se invertirá disminuyendo en la base, los menores de 15 años, y ensanchándose en la cúspide, los mayores de 60 años.
La esperanza de vida, es un indicador que ha crecido en Chile de forma sostenida desde mediados del siglo XX. Hoy día, según la OMS (2012), la esperanza de vida al nacer es de 77 años para los hombres y de 82 para las mujeres, para el año 2020 aumentará a 77,4 y 82,2 años respectivamente. Debido a este incremento se propone una Política Integral de Envejecimiento Positivo para el periodo 2012- 2025, buscando futuros adultos mayores más autovalentes e integrados a distintos ámbitos de la sociedad.
El surgimiento de esta realidad requiere de un nuevo paradigma del envejecimiento; concepto que evoluciona desde el envejecimiento saludable (OMS 1990) a envejecimiento activo (OMS 2002). El primero de estos paradigmas se centra solo en la condición de salud, mientras que el actual modelo es mucho más integrador. Este es definido como “el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen” y se basa en el reconocimiento de los derechos de las personas mayores a la independencia, participación, dignidad, atención y auto-desarrollo (Zamarrón, D. 2007).
El envejecimiento activo depende de condiciones contextuales y personales, que incluyen aspectos socio-económicos, culturales, ambientales, sanitarios y factores individuales y de comportamiento, respectivamente. Los determinantes contextuales deben ser responsabilidad de la sociedad y de los gobiernos; quienes deben implementar políticas que apoyen las áreas de sanidad, economía, trabajo, educación, justicia, vivienda, transporte, participación política y vida comunitaria de los adultos mayores (Giró, J. 2005).
Los determinantes personales deben ser potenciados a través de la reducción de riesgos asociados a enfermedades, el incremento de la protección de salud con hábitos saludables y ejercicio físico, promoviendo la participación psicosocial y factores protectores de las funciones cognitivas y emocionales (Zamarrón, D. 2007). Entre ellas el afrontar la vida y la vejez con un pensamiento positivo, el deseo de ser activo y actuar con entusiasmo, aumentando el grado de optimismo para conseguir y disfrutar de la felicidad (Giró, J. 2005).
Las políticas sociales y los esfuerzos personales deben apuntar a que el largo periodo entre la jubilación y la muerte, sea de ocupación activa, significativa y provechosa del tiempo. Esta es la época de la vida en que las personas pueden dedicar más tiempo a sus hobbies y ocupaciones favoritas, postergadas por la vida laboral y las obligaciones.
Los adultos mayores deben organizar su tiempo libre con ocupaciones que posean sentido, significado y propósito para ellos. Así logran adaptarse mejor al proceso de vejez y aceptar los cambios que este produce. La ocupación es fundamental para este proceso y su ausencia o interrupción amenaza la adaptación al envejecimiento. Así mismo, cuando la irrupción de enfermedad, trauma o condiciones sociales desfavorables afectan la salud, retomar ocupaciones significativas permite reorganizar factores biológicos, psicológicos y conductuales protectores.