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Buses eléctricos del Transantiago, ¿solución a la contaminación?
¿Cuánto nos demoraremos los chilenos en realmente obtener los beneficios de los buses eléctricos? Su masificación dependerá de la competitividad del precio de venta, la red de puntos de carga y de las políticas públicas en cuanto a incentivos energéticos, a su uso y al marco regulatorio que provean las futuras licitaciones.
Viernes 1 de diciembre de 2017
Hace algunos días comenzaron a operar los dos primeros buses eléctricos en Transantiago, que prometen disminuir los costos de operación en un 75% respecto a los convencionales, eliminar las emisiones de contaminantes y bajar los niveles de ruido.
Según un informe de ONU Medio Ambiente, Santiago podría reducir casi US$2.700 millones en los próximos 13 años, si la flota de buses y taxis fuera totalmente eléctrica.
Adicionalmente, los buses recién adquiridos vienen con un alto estándar, como Wi-Fi, aire acondicionado, rampa automática, recarga de dispositivos móviles, por mencionar algunos. También reducen los costos de mantención de los vehículos actuales (Diesel) en un 70%, de acuerdo a los datos entregados por el Gobierno.
Los nuevos buses tienen una autonomía de aproximadamente 250 kilómetros, lo que se traduciría en 4 a 5 vueltas por día, alcanzando a atender los períodos punta mañana y tarde sin problemas. Esto está pensado para hacer la carga completa durante la noche y una recarga parcial al mediodía.
Es responsabilidad de los ciudadanos cuidarlos, no evadir el pago y, del Gobierno, generar las condiciones para avanzar hacia la ciudad que todos queremos.]
Todo suena bien hasta aquí, pero en las nuevas bases de licitación se considera la incorporación de 90 buses eléctricos, lo que representa menos del 2% de la flota. Para efectos prácticos, el número de buses es muy bajo y, por lo mismo, tendrá un mínimo impacto en los niveles de contaminación y ruido de la ciudad.
Esta baja composición se explica principalmente por el alto costo de adquisición de los vehículos eléctricos, que fluctúa entre dos y tres veces los convencionales y la menor autonomía, que llega a menos de la mitad de los convencionales. A este paso, ¿cuánto nos demoraremos los chilenos en realmente obtener los beneficios de los buses eléctricos?
Su masificación dependerá de la competitividad del precio de venta, la red de puntos de carga y de las políticas públicas en cuanto a incentivos energéticos, a su uso y al marco regulatorio que provean las futuras licitaciones de transporte público.
Es responsabilidad de los ciudadanos cuidarlos, no evadir el pago y, del Gobierno, generar las condiciones para avanzar hacia la ciudad que todos queremos. En consecuencia, si bien este pequeño grupo de buses no tendrá impacto relevante en la contaminación de la ciudad, es positivo comenzar con esta tecnología, sobre todo pensando que en 10 años más los vehículos eléctricos e híbridos serán el estándar a nivel mundial, con vehículos cada vez más baratos, con mayor autonomía y con una amplia cobertura de carga en todas las ciudades.
Es un largo, pero desafiante camino hacia un futuro más sustentable.