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Definir metas, explicitarlas y ponerse en acción
Tres principios: claridad y comunicación de la meta, proyección del estado deseado y actuar en concordancia a aquello, son fundamentales para mirar el segundo semestre con optimismo e idealmente con una sensación de logro.
Martes 13 de junio de 2017
Nos encontramos en el sexto mes del año, que representa un acercamiento a una pausa en la mitad de nuestras labores anuales. Muchas veces las actividades de cierre de un semestre, vacaciones de invierno o similar requieren un mayor esfuerzo en las últimas etapas, intensificación del estudio, trabajo, ahorro, etc. Debido a ello es importante observar el fenómeno y aplicar algunos principios que pueden ser útiles para los distintos miembros de un grupo familiar.
Se presentarán tres componentes con ejemplos aplicables para abordar la llegada de esta pausa a mitad del camino. Lo primero es tener claridad de la meta que quiero alcanzar (hay cosas que por tan obvias no se explicitan, pero el poder alcanzar una meta no debería ser una de ellas), ya sea terminar un proyecto personal o laboral; alcanzar con éxito el cierre del semestre académico en los estudios o llegar a las vacaciones de invierno con una carga de trabajo adecuada o incluso con un ahorro que me permita aprovechar tal instancia. Al generar esta socialización de la meta puedo hacer que mis pares, superiores, familiares, colegas u otros estén al tanto y puedan ser parte del logro de ella. Con eso genero involucramiento y, a la vez, logro que se comprenda mi actuar.
Lo segundo es proyectar el estado deseado para ese tiempo futuro, lo cual permite tener una visión de lo que quiero lograr y a la vez darle sentido a las actividades cotidianas a favor de tal estado. Este segundo componente se basa en teorías de cambio en organizaciones (Kotter es uno de los autores que señala la importancia de desarrollar una visión clara y comunicarla), donde se presenta la visión de lo que quiero lograr como una meta posible, desafiante, pero por sobre todo alcanzable, lo cual genera motivación y sentido del quehacer.
Como tercer componente y elemento esencial, generar acciones concretas, precisas y posibles que me acerquen a tal estado deseado. Si bien el tercer componente puede sonar como una obviedad, no deja de ser relevante destacarlo, ya que muchas veces sabemos qué queremos (o debemos) lograr, declaramos su importancia, pero no llegamos al punto de la acción, donde siempre el primer responsable, involucrado y protagonista es uno mismo.
Aplicar estos tres principios, claridad y comunicación de la meta, proyección del estado deseado y actuar en concordancia a aquello, nos permitirá mirar el segundo semestre con optimismo e idealmente con una sensación de logro.