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Con calma que estamos apurados
Todos estábamos interesados en contar pronto con una buena ley para una mejor regulación de la educación superior, pero también estábamos de acuerdo en que se requería un marco regulatorio que mirara al futuro y que incorporara el real aporte que hacen todos los actores al sistema.
Miércoles 31 de enero de 2018
Con mucho apuro y poca responsabilidad, la semana pasada fue despachado del Congreso el proyecto de ley que Reforma la Educación Superior. Y es que eran casi 700 las indicaciones que tuvieron que discutir los parlamentarios en un plazo mezquino.
No nos cabe duda que el alto número de indicaciones y su profundidad, se debió a un trabajo desarrollado a conciencia por el gobierno y los senadores, y por lo mismo, considerando solo 10 minutos de análisis por indicación, se hubiesen requerido por lo menos 14 sesiones, de 8 horas cada una, para poder despacharlo. Pero no fue así y en menos de 2 semanas ya estaba finalizando su tramitación legislativa. Comentario aparte y que grafica la falta de conocimiento sobre lo que se legislaba, son las declaraciones de una Diputada, miembro de la comisión de educación, que acusó al Gobierno de obligarlos a votar a ciegas.
Muchas serán las excusas, lo cierto es que este era un proyecto complejo que requería de un mínimo análisis serio. Todos estábamos interesados en contar pronto con una buena ley para una mejor regulación de la educación superior, pero también estábamos de acuerdo en que se requería un marco regulatorio que mirara al futuro y que incorporara el real aporte que hacen todos los actores al sistema.
Ahora vendrá el camino de arreglar lo que se aprobó, lo que nuevamente tomará mucho tiempo y grandes esfuerzos. Pero parece que no hacemos caso a la sabiduría popular, llena de sentido común: hagamos las cosas con calma que estamos apurados.